Historia
Los musulmanes continuaron su explotación, como relata Ahmad al-Razi y le dieron su nombre actual, al-ma' dín, la mina. Tras la conquista cristiana en el siglo XXII, Alfonso VIII las entregó al conde Nuño y al Orden de Calatraba y ésta vio confirmada su posesión por posteriores donaciones. En 1286 Sancho IV concedió al maestrazgo de la orden el privilegio de la comercialización del cinabrio fuera de España. A partir del 1512 los beneficios adquiridos por la explotación minera pasaron a las arcas reales y en 1523 la Corona de Castilla se apropió definitivamente de los yacimientos.
La utilización del mercurio como amalgama de oro y plata hizo que durante el siglo XVI el obtenido en Almadén se exportase a través del puerto de Sevilla con destino, principalmente, a los focos argentíferos de Méjico. En 1525 Carlos I tuvo que arrendarlas a los Fugger (Fúcares), familia alemana de banqueros, como pago de los prestamos recibidos para sufragar los gastos de su coronación como emperador. Los nuevos propietarios disfrutaron de la explotación minera hasta 1645, año en que fue recuperada por la real Hacienda, de quien dependía el Tribunal de Superintencia General de Azogues, creado en 1735 para regentar el yacimiento.
Durante el siglo XVIII se ampliaron y mejoraron las instalaciones de las minas, cuyo aprovechamiento sufrió una paralización durante la Guerra de la Independencia (1808-1814). Por un Real Decreto de 1825 se potenciaron las exportaciones de cinabrio y aumentaron los beneficios que, sin embargo, no revirtieron en capital español sino en las empresas extranjeras que habían invertido en el sector.
La misma situación originada tras el arriendo en los criaderos de Almadén a los Fugger por Carlos I volvió a repetirse desde mediados del siglo XIX cuando la deuda exterior contraida por la hacienda nacional condujo a solicitar créditos y a firmar contratos con la banca Rothschild, familia de origen judío asentada en Alemania. Ésta arrendó las minas, de forma más o menos encubierta, de 1835 a 1857 e inició la venta directa del metal en el mercado londinense y en los de Sevilla y Cádiz.
En 1870 la familia Rothschild consiguió una exclusiva de venta por treinta años y se convirtió en propietaria de las minas de Nuevo Almadén, recién descubiertas, y de las Idria (Italia), pasando a controlar el monopolio mundial del mercurio. Los años 1870 a 1900 fueron los de mayor producción con unos beneficios de 240 millones de pesetas, de los cuales el Estado recibió 110 millones (45,90%) y los Rothschild 129,7 millones (54,10%), distribución que explica las numerosas criticas que suscitó esta operación.
El grupo alemán continuó con la explotación aunque en condiciones menos onerosas, hasta 1921 año en que fueron definitivamente recuperadas por Hacienda, de quien depende el Consejo de Administración de las Minas de Almadén y Arrayanes, que controla actualmente su comercio interior y exterior.
En 1918 se instaló el servicio eléctrico en el yacimiento y tres años después se inició su aplicación para extraer el metal de los pozos. Desde el momento en que las minas fueron regentadas por el citado Consejo de Administración se incrementó el tonelaje de producción. En 1929 ascendió a 2476,3 toneladas, sin embargo un año después y debido a la depresión económica de 1929 descendió hasta 662,8 toneladas. La crisis prosiguió hasta 1934, en que volvió a recuperarse la producción de cinabrio y se alcanzaron 1096,2 toneladas en el yacimiento.
Durante la Guerra Civil (1936-1939) la explotación se mantuvo en el nivel mínimo y en 1942 se acrecentó hasta llegar a las 2461,1 toneladas. Tras la segunda Guerra Mundial (1939-1945) los índices disminuyeron y en 1949 se obtuvieron 1085,5 toneladas de mercurio metálico. Desde aquel año y hasta 1954 la evolución productiva de Almadén fue la siguiente: 1725,8 toneladas, 1450,4 toneladas, 1266,6 toneladas, 1430,7 toneladas, 1484,5 toneladas. El ritmo de crecimiento aumentó lentamente hasta 1964, en que se consiguieron 2.224 toneladas.
En 1970 se introdujo nueva tecnología en las instalaciones minero-metalúrgicas de Almadén, con una inversión de 109 millones de pesetas. Durante el quinquenio 1980-1984 la producción de mercurio en estos yacimientos descendió a consecuencia del retroceso de la demanda, del escaso dinamismo de las inversiones y de la inflamación generalizada en el sector.
En este periodo la producción nacional de mercurio (metal), en la que los yacimientos de Almadén representaban prácticamente el 100% del total, fue: 1656 toneladas (1980), 1580 toneladas (1981), 1656 toneladas (1982), 1416 toneladas (1983) y 1520 toneladas (1984). A partir de 1984 la tendencia decreciente prosiguió. El periodo anual de extracción es de 6 a 8 meses, tiempo en el que se satura el mercado interior y exterior y varía de acuerdo con la demanda mundial y la pugna en precios con el resto de países productores.
Los turnos de trabajo son de 6 horas debido a la toxicidad del mercurio, que es envasado en frascos de hierro y transportado a través de la estación de ferrocarril de Almadenejos. En la actualidad las minas son propiedad del estado y dependen de la Dirección General de Patrimonio, perteneciente al Ministerio de Hacienda. Hasta 1981 fue un organismo autónomo del Ministerio de Economía y Hacienda y a partir de la ley 38/1981 de 19 de octubre se convirtió en sociedad anónima estatal.
La comercialización del mercurio se realiza en unos recipientes de hierro, llamados frascos, que contienen 34,5 Kg de este metal y que representa la unidad de cotización. Más del 90% del cinabrio extraído en Almadén se dirige a la exportación, que representa el 14,5% del cómputo total de minerales exportados en España, antecedido por las de hierro, cobre y zinc. Los principales receptores son la URSS, que recibe el 34,5%, EE.UU., los países de la CEE y Japón.
Una campaña de falsa información sobre la presunta toxicidad del mercurio ha hecho que en los últimos años la venta de mercurio haya descendido a cantidades mínimas, por lo que la producción de las minas está prácticamente paralizada, existen stock de mineral para poder conservar el stock estratégico de mercurio cuando una partida del mismo se vende.
Las minas de Almadén dieron fama a la península en el mundo antiguo. Las primeras noticias de su explotación, seguramente iniciada por los cartagineses, datan del siglo IV antes de Cristo, pero fue tras la conquista romana cuando adquirieron su mayor desarrollo, como atestiguaron en sus escritos Estrabón, Cicerón, Quintiliano y Tito Livio. Plinio y Vitrubio cuentan cómo se arrendaban a una agrupación de publicanos mientras otro sociedad con sede en Roma recibía el material extraído y preparaba el bermellón.
A la derecha (pozo de San Joaquín y escombreras) |
La utilización del mercurio como amalgama de oro y plata hizo que durante el siglo XVI el obtenido en Almadén se exportase a través del puerto de Sevilla con destino, principalmente, a los focos argentíferos de Méjico. En 1525 Carlos I tuvo que arrendarlas a los Fugger (Fúcares), familia alemana de banqueros, como pago de los prestamos recibidos para sufragar los gastos de su coronación como emperador. Los nuevos propietarios disfrutaron de la explotación minera hasta 1645, año en que fue recuperada por la real Hacienda, de quien dependía el Tribunal de Superintencia General de Azogues, creado en 1735 para regentar el yacimiento.
Pozo de San Aquilino (Siglo XIX) |
La misma situación originada tras el arriendo en los criaderos de Almadén a los Fugger por Carlos I volvió a repetirse desde mediados del siglo XIX cuando la deuda exterior contraida por la hacienda nacional condujo a solicitar créditos y a firmar contratos con la banca Rothschild, familia de origen judío asentada en Alemania. Ésta arrendó las minas, de forma más o menos encubierta, de 1835 a 1857 e inició la venta directa del metal en el mercado londinense y en los de Sevilla y Cádiz.
Pozo de San Teodoro |
El grupo alemán continuó con la explotación aunque en condiciones menos onerosas, hasta 1921 año en que fueron definitivamente recuperadas por Hacienda, de quien depende el Consejo de Administración de las Minas de Almadén y Arrayanes, que controla actualmente su comercio interior y exterior.
En 1918 se instaló el servicio eléctrico en el yacimiento y tres años después se inició su aplicación para extraer el metal de los pozos. Desde el momento en que las minas fueron regentadas por el citado Consejo de Administración se incrementó el tonelaje de producción. En 1929 ascendió a 2476,3 toneladas, sin embargo un año después y debido a la depresión económica de 1929 descendió hasta 662,8 toneladas. La crisis prosiguió hasta 1934, en que volvió a recuperarse la producción de cinabrio y se alcanzaron 1096,2 toneladas en el yacimiento.
Mina a cielo abierto "El Entredicho" |
En 1970 se introdujo nueva tecnología en las instalaciones minero-metalúrgicas de Almadén, con una inversión de 109 millones de pesetas. Durante el quinquenio 1980-1984 la producción de mercurio en estos yacimientos descendió a consecuencia del retroceso de la demanda, del escaso dinamismo de las inversiones y de la inflamación generalizada en el sector.
En este periodo la producción nacional de mercurio (metal), en la que los yacimientos de Almadén representaban prácticamente el 100% del total, fue: 1656 toneladas (1980), 1580 toneladas (1981), 1656 toneladas (1982), 1416 toneladas (1983) y 1520 toneladas (1984). A partir de 1984 la tendencia decreciente prosiguió. El periodo anual de extracción es de 6 a 8 meses, tiempo en el que se satura el mercado interior y exterior y varía de acuerdo con la demanda mundial y la pugna en precios con el resto de países productores.
Vivienda del Director |
La comercialización del mercurio se realiza en unos recipientes de hierro, llamados frascos, que contienen 34,5 Kg de este metal y que representa la unidad de cotización. Más del 90% del cinabrio extraído en Almadén se dirige a la exportación, que representa el 14,5% del cómputo total de minerales exportados en España, antecedido por las de hierro, cobre y zinc. Los principales receptores son la URSS, que recibe el 34,5%, EE.UU., los países de la CEE y Japón.
Una campaña de falsa información sobre la presunta toxicidad del mercurio ha hecho que en los últimos años la venta de mercurio haya descendido a cantidades mínimas, por lo que la producción de las minas está prácticamente paralizada, existen stock de mineral para poder conservar el stock estratégico de mercurio cuando una partida del mismo se vende.
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