El gato, como el resto de sus parientes salvajes, tuvo en el pasado una vida libre, sin condicionamientos ni obligaciones. Por eso, su comportamiento actual es el reflejo del instinto que todavía sigue muy vivo en él. Estas pautas determinadas genéticamente le hacen saltar sobre su presa o tenderle una emboscada y, lo que es más importante, le facilitan la supervivencia cuando sale del hogar.
Su mandíbula, las garras, un cuerpo ágil, y una tremenda movilidad son sus armas para procurarse comida, pájaros o roedores en un ambiente de libertad en el que su dueño no sea quien le proporcione el alimento necesario para la subsistencia. Su autosuficiencia está asegurada.
Esta independencia viene determinada porque el gato disfruta haciendo lo que desea en cada momento. Tiene, además, un extraordinario sentido de la orientación que le permitirá alejarse de su amo sin que corra riesgo de perderse: será capaz de encontrarle aunque tenga que recorrer largas distancias para ello, incluso en lugares desconocidos para él.
Una solitaria mascota
Si en algún momento llegara a enfermar, será difícil percibirlo. El gato simplemente se recostará sin emitir ningún lamento que muestre su dolor y rechazará cualquier ayuda del hombre o las curas del veterinario.Todo ello muestra cómo los instintos del gato han permanecido inalterables a través de cualquier proceso de civilización. Sus comportamientos siguen siendo los mismos con el paso de los años: el gato puede y acepta vivir con los seres humanos, siempre que esta situación no afecte a su libertad o independencia.
Cazan solos, al igual que la mayoría de los felinos, a excepción del león. Descansa también en soledad, huyendo de la compañía de cualquier congénere. Y es que la soledad le ha enseñado al gato una paciente y sabia estrategia de aislamiento. Necesita un espacio propio que nadie viole y no precisa de la convivencia con otros gatos.
En cuanto a la procreación, el gato huye de compromisos ya que sólo buscará encuentros esporádicos, desentendiéndose tras los mismos. La relación de la gata con sus crías, por el contrario, se basa en vínculos muy fuertes que duran hasta el destete. Cuando llega esta etapa, a diferencia de otros animales, la relación con el progenitor se rompe para que no exista ningún tipo de pertenencia al grupo. De esta forma, la falta de sumisión es un rasgo dominante en este animal.
Convivencia con el hombre
Incluso en presencia de su amo, el felino hará siempre lo que quiera. Si, por ejemplo, alguna ventana o una puerta representa un obstáculo para él, no se molestará en maullar para que se la abran; ya se las ingeniará para que no resulte un problema en la consecución de sus objetivos.Así, hace del hogar su morada, que compartirá con su dueño, pero que no tendrá cabida para huéspedes ocasionales, antes de que sean meticulosamente examinados.
Todas estas características de la personalidad del gato hacen que mucha gente los considere egoístas, reservados y desagradecidos. De hecho, al principio el animal huirá de las caricias, no permanecerá en la misma habitación que su amo, se negará a permanecer en las rodillas del mismo y no responderá cuando se le llame; sólo aparecerá a la hora de la comida.
Pero el amante de los gatos comprenderá que estos rasgos de su carácter son los que les confieren personalidad y misterio; que necesitan la soledad y el distanciamiento. Aún así, puede llegar a establecerse una relación de amistad con el amo, una relación que hace que el animal prefiera vivir en la casa de su dueño a separarse de el.
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