En tiempos de la dominación árabe las minas fueron explotadas, aunque no conste en documentos fidedignos ni tengamos otro testimonio que la Memoria o Crónica del moro Rasis, que supone no es auténtica, donde indica que en términos de El Alleris (Llerena), "en un llano fermoso e mui bueno", yace el venero en que se saca el azogue, y la crónica del historiador Lafuente, donde describe el palacio de los califas en Medina Azzahra, en el que existía una fuente de azogue, , procedente, sin duda, de Almadén. Pero los testimonios huelgan donde desde el nombre del pueblo hasta el del más pequeño artefacto demuestran el idioma de los que sin duda alguna los introdujeron y acostumbraron a su empleo a los indígenas. De no ser así, ni la villa se llamaría Almadén (El Maden, la mina), ni albañil alarife, ni los caños aludeles, ni los hornos viejos jabecas (xabeca), ni el mercurio azogue (azoc).
Al conquistar Alfonso VII los pueblos de esta comarca, en 1.151, tuvo que apoderarse de Almadén, del cual hizo cesión a los caballeros Templarios, a los cuales, viendo que no podían sostenerse contra los árabes, que en frecuentes incursiones los molestaban y cercaban, cedieron todo el territorio de Calatrava a Sancho III y con él las minas de Almadén. Alfonso VIII en 1.168, hizo nuevamente cesión de estos lugares al maestre de Calatrava y al conde Nuño de Lara, tocándole a éste el territorio de Chillón con su mina, y pasando Almadén al patrimonio de la orden de Calatrava, con la dehesa de Castilseras y demás terrenos limítrofes. Fernando III el Santo consolida esta donación en mayo de 1.218, y Alfonso X el Sabio la confirma en abril de 1.251.
Al estatuirse en febrero de 1.348 "que todas las minas y cosas mineras, si las oviere, sean del Rey" en confirmarse así en la Ley de minas dictada por Juan I, en Briviesca (Burgos), quedan de propiedad de los reyes las mimas de Almadén, aunque las regenta la orden de Calatrava.
En este tiempo se hace villa Almadén, confirmada por privilegio de los Reyes Católicos en 4 de Abril de 1.492, en Sevilla.
Al conquistar Alfonso VII los pueblos de esta comarca, en 1.151, tuvo que apoderarse de Almadén, del cual hizo cesión a los caballeros Templarios, a los cuales, viendo que no podían sostenerse contra los árabes, que en frecuentes incursiones los molestaban y cercaban, cedieron todo el territorio de Calatrava a Sancho III y con él las minas de Almadén. Alfonso VIII en 1.168, hizo nuevamente cesión de estos lugares al maestre de Calatrava y al conde Nuño de Lara, tocándole a éste el territorio de Chillón con su mina, y pasando Almadén al patrimonio de la orden de Calatrava, con la dehesa de Castilseras y demás terrenos limítrofes. Fernando III el Santo consolida esta donación en mayo de 1.218, y Alfonso X el Sabio la confirma en abril de 1.251.
Al estatuirse en febrero de 1.348 "que todas las minas y cosas mineras, si las oviere, sean del Rey" en confirmarse así en la Ley de minas dictada por Juan I, en Briviesca (Burgos), quedan de propiedad de los reyes las mimas de Almadén, aunque las regenta la orden de Calatrava.
En este tiempo se hace villa Almadén, confirmada por privilegio de los Reyes Católicos en 4 de Abril de 1.492, en Sevilla.
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