Las enfermedades psicosomáticas s...on trastornos o alteraciones orgánicas que tienen una relación directa con factores de orden psicológico.
En este ámbito aparecen los trastornos psicosomáticos, que por ello también se han denominado recientemente factores psicológicos que afectan al estado físico. El sujeto a su vez puede estar completamente sano o presentar alguna enfermedad orgánica objetivada (por ejemplo, angina de pecho); en ambos casos es lícito hablar de trastornos psicosomáticos, puesto que los dos son influenciables por el estado psíquico.
Este fenómeno es muy evidente en los niños pequeños, en los cuales el lenguaje aun no puede expresar el estado de ánimo; sin embargo de esta manera puede expresar su malestar, a través de multitud de síntomas (cólico abdominal, espasmo del sollozo, dolor de cabeza, crisis de asma). En el adulto, de igual forma, pueden afectarse todos los aparatos o sistemas orgánicos (cardiovascular, respiratorio, endocrino, etc)
Entre las más frecuentes en nuestra sociedad se encuentran:
* Digestivas: colon irritable, úlcera, colitis, gastritis, reflujo, constipación, diarreas, dolor abdominal, etc.
* Respiratorias: asma, bronquitis, rinitis alérgica, tos, sensación de ahogo, etc.
* Cardiovasculares: hipertensión arterial, infarto del miocardio, hemorragias cerebrales, neurosis cardíacas, etc.
* Genitourinarias: vaginismo, trastornos menstruales, enuresis, etc.
* Endocrinas: trastornos de tiroides, diabetes, obesidad, etc.
* Dermatológicas: dermatitis, acné, psoriasis, eczemas, alopecia, vitiligo, etc.
* Musculares: cefaleas, tortícolis, dolor de espalda, parálisis facial, etc.
* Sexuales: eyaculación precoz, disfunción eréctil, anorgasmia, diversas disfunciones sexuales, etc.
¿Cómo se origina un trastorno psicosomático?
Cuando la relación mente-cuerpo se ve alterada debido a sentimientos negativos como el miedo, la culpa, la baja autoestima, etc. o cuando se está sometido a situaciones que generan un alto grado de estrés, la persona pierde su bienestar y su armonía, desencadenando generalmente enfermedades psicosomáticas.
Mientras mayor sea el impacto de la situación que está viviendo la persona y el estrés al que se está sometiendo, más fuerte serán las respuestas emocionales; es por esto que el contexto social, cultural y psíquico de la persona son de suma importancia para el desarrollo de enfermedades psicosomáticas.
Una característica de personalidad que suelen compartir los pacientes afectados es la dificultad para expresar sentimientos y/o para afrontar factores estresantes generales (p. ej., la muerte de un familiar, un divorcio, un embarazo, etc). Estos estados anímicos activan o inhiben procesos corporales. Algunos estudios han demostrado que el afrontar de forma optimista estos sucesos protege de la aparición de estos trastornos.
Por otro lado, se han definido ciertos patrones de conducta que parecen asociarse a algunas enfermedades: la llamada personalidad tipo A (sujetos hiperactivos, agresivos, impacientes, muy implicados en el trabajo) es un factor de riesgo para padecer cardiopatía isquémica (angina de pecho, infarto de miocardio (IAM)); la personalidad tipo B (personas tranquilas, confiadas, con expresión abierta de sus emociones) no está asociada a ninguna enfermedad (actuaría como factor “protector”), y la personalidad tipo C (sujetos pasivos, conformistas, sumisos, con escasa expresión de sus emociones) parece predisponer a algunos tipos de cáncer.
Manifestaciones clínicas
El proceso puede iniciar con una enfermedad física que se vuelve mucho más intensa al no poder manejarla emocionalmente provocando síntomas psíquicos, y también a la inversa -como hemos visto anteriormente- un estado depresivo produce disminución en las inmunodefensas, lo cual propicia a su vez síntomas físicos (somáticos).
Vamos a enumerar a continuación algunos de los trastornos psicosomáticos más frecuentes, que en algunos casos, como ya se expuso anteriormente, son enfermedades orgánicas bien definidas, pero que se ven afectadas (en su inicio, evolución o intensidad) por factores psicológicos.
Cardiopatía isquémica
La angina de pecho y el IAM (INFARTO AGUDO DEL MIOCARDIO) son formas clínicas de esta enfermedad, que por su frecuencia y gravedad es la primera causa de muerte en Occidente. Las investigaciones epidemiológicas llevaron a descubrir la personalidad tipo A, que hace que los sujetos que la poseen tengan 2,5 veces más probabilidades de tener la enfermedad. Los programas de prevención van encaminados a intentar modificar sus elementos (tensión, competitividad, etc).
Asma bronquial
El espasmo o cierre de los bronquios en respuesta a diferentes estímulos (infecciones, polvo, ejercicio) origina los síntomas de la enfermedad (tos, dificultad respiratoria y sibilancias o “pitos”). El estrés en general y ciertos estados emocionales pueden desencadenar crisis de asma, y se ha descrito mayor predisposición al trastorno en sujetos con fuerte deseo inconsciente de protección/amparo por la madre, que suele ser dominante y excesivamente solícita y servicial.
Colon irritable
Caracterizado por una alteración funcional del intestino (es decir, que el intestino es morfológicamente normal, no hay inflamación, ni pólipos, etc) consistente en cambios del hábito intestinal (diarrea, estreñimiento) y dolor abdominal. Origina a veces gran cantidad de pruebas complementarias para asegurar el diagnóstico, que puede ser muy difícil. Aunque es de naturaleza “benigna” puede ocasionar muchas molestias al paciente.
Lumbalgia
El dolor de espalda a nivel lumbar es una de las principales causas de baja laboral en nuestro medio. Muchos de estos dolores no tienen ninguna alteración ósea o muscular que los justifique, y se piensa que el tono emocional afecta al sistema de irrigación sanguínea muscular, rediciéndose éste y produciéndose así el dolor. La fibromialgia es una forma concreta de estos dolores crónicos, de tejidos blandos, y se caracteriza por zonas puntuales que desencadenan intenso dolor a la palpación, llamadas zonas “gatillo”.
Cefalea tensional
Se trata del dolor de cabeza más frecuente en la población general, y se relaciona con la contracción mantenida de los músculos de la cabeza y el cuello. Suele aparece en la nuca y se puede extender a toda la cabeza. Típicamente empeora a lo largo del día. También se ha asociado a la personalidad tipo A.
Infertilidad psicógena
Algunas mujeres no consiguen quedarse embarazadas a pesar de no existir motivos orgánicos que lo justifiquen. A veces la excesiva preocupación por la maternidad afecta al sistema nervioso que regula la función hormonal y éste a su vez produce amenorrea (ausencia de menstruación) o hemorragias. La frecuencia de este trastorno no se conoce exactamente, oscilando según las fuentes entre el 0,1 y el 28%.
Eczema
Consiste en la formación en la piel de vesículas y costras, con gran picor. Hay muchos tipos diferentes, siendo algunos de ellos más influenciables por el estrés que otros.
¿Cuándo se debe consultar al médico?
En primer lugar hay que señalar que en muchos momentos la presencia de síntomas de este tipo es normal y se deben a las interconexiones fisiológicas del sistema nervioso con el resto de los sistemas corporales. Si los síntomas se mantienen en el tiempo y limitan la vida sociolaboral o familiar del paciente, o impiden su desarrollo personal, se habla de trastorno.
En ese momento se deberá consultar con el médico, que deberá valorar inicialmente el problema y discernir si hay datos de enfermedad orgánica (física), si todos los síntomas pueden justificarse por factores psicológicos, o y si coexisten ambas cosas. Para ello en algunas ocasiones hay que recurrir a alguna prueba diagnóstica complementaria, habitualmente sencilla (radiografía de columna, análisis de sangre, TAC craneal…).
Es muy importante en este momento hacer consciente al paciente de los factores que intervienen en su enfermedad, sin poner en duda la existencia e intensidad del padecimiento, para así evitar realizar otras pruebas diagnósticas molestas, que sólo causan ansiedad y confusión en el paciente.
En este ámbito aparecen los trastornos psicosomáticos, que por ello también se han denominado recientemente factores psicológicos que afectan al estado físico. El sujeto a su vez puede estar completamente sano o presentar alguna enfermedad orgánica objetivada (por ejemplo, angina de pecho); en ambos casos es lícito hablar de trastornos psicosomáticos, puesto que los dos son influenciables por el estado psíquico.
Este fenómeno es muy evidente en los niños pequeños, en los cuales el lenguaje aun no puede expresar el estado de ánimo; sin embargo de esta manera puede expresar su malestar, a través de multitud de síntomas (cólico abdominal, espasmo del sollozo, dolor de cabeza, crisis de asma). En el adulto, de igual forma, pueden afectarse todos los aparatos o sistemas orgánicos (cardiovascular, respiratorio, endocrino, etc)
Entre las más frecuentes en nuestra sociedad se encuentran:
* Digestivas: colon irritable, úlcera, colitis, gastritis, reflujo, constipación, diarreas, dolor abdominal, etc.
* Respiratorias: asma, bronquitis, rinitis alérgica, tos, sensación de ahogo, etc.
* Cardiovasculares: hipertensión arterial, infarto del miocardio, hemorragias cerebrales, neurosis cardíacas, etc.
* Genitourinarias: vaginismo, trastornos menstruales, enuresis, etc.
* Endocrinas: trastornos de tiroides, diabetes, obesidad, etc.
* Dermatológicas: dermatitis, acné, psoriasis, eczemas, alopecia, vitiligo, etc.
* Musculares: cefaleas, tortícolis, dolor de espalda, parálisis facial, etc.
* Sexuales: eyaculación precoz, disfunción eréctil, anorgasmia, diversas disfunciones sexuales, etc.
¿Cómo se origina un trastorno psicosomático?
Cuando la relación mente-cuerpo se ve alterada debido a sentimientos negativos como el miedo, la culpa, la baja autoestima, etc. o cuando se está sometido a situaciones que generan un alto grado de estrés, la persona pierde su bienestar y su armonía, desencadenando generalmente enfermedades psicosomáticas.
Mientras mayor sea el impacto de la situación que está viviendo la persona y el estrés al que se está sometiendo, más fuerte serán las respuestas emocionales; es por esto que el contexto social, cultural y psíquico de la persona son de suma importancia para el desarrollo de enfermedades psicosomáticas.
Una característica de personalidad que suelen compartir los pacientes afectados es la dificultad para expresar sentimientos y/o para afrontar factores estresantes generales (p. ej., la muerte de un familiar, un divorcio, un embarazo, etc). Estos estados anímicos activan o inhiben procesos corporales. Algunos estudios han demostrado que el afrontar de forma optimista estos sucesos protege de la aparición de estos trastornos.
Por otro lado, se han definido ciertos patrones de conducta que parecen asociarse a algunas enfermedades: la llamada personalidad tipo A (sujetos hiperactivos, agresivos, impacientes, muy implicados en el trabajo) es un factor de riesgo para padecer cardiopatía isquémica (angina de pecho, infarto de miocardio (IAM)); la personalidad tipo B (personas tranquilas, confiadas, con expresión abierta de sus emociones) no está asociada a ninguna enfermedad (actuaría como factor “protector”), y la personalidad tipo C (sujetos pasivos, conformistas, sumisos, con escasa expresión de sus emociones) parece predisponer a algunos tipos de cáncer.
Manifestaciones clínicas
El proceso puede iniciar con una enfermedad física que se vuelve mucho más intensa al no poder manejarla emocionalmente provocando síntomas psíquicos, y también a la inversa -como hemos visto anteriormente- un estado depresivo produce disminución en las inmunodefensas, lo cual propicia a su vez síntomas físicos (somáticos).
Vamos a enumerar a continuación algunos de los trastornos psicosomáticos más frecuentes, que en algunos casos, como ya se expuso anteriormente, son enfermedades orgánicas bien definidas, pero que se ven afectadas (en su inicio, evolución o intensidad) por factores psicológicos.
Cardiopatía isquémica
La angina de pecho y el IAM (INFARTO AGUDO DEL MIOCARDIO) son formas clínicas de esta enfermedad, que por su frecuencia y gravedad es la primera causa de muerte en Occidente. Las investigaciones epidemiológicas llevaron a descubrir la personalidad tipo A, que hace que los sujetos que la poseen tengan 2,5 veces más probabilidades de tener la enfermedad. Los programas de prevención van encaminados a intentar modificar sus elementos (tensión, competitividad, etc).
Asma bronquial
El espasmo o cierre de los bronquios en respuesta a diferentes estímulos (infecciones, polvo, ejercicio) origina los síntomas de la enfermedad (tos, dificultad respiratoria y sibilancias o “pitos”). El estrés en general y ciertos estados emocionales pueden desencadenar crisis de asma, y se ha descrito mayor predisposición al trastorno en sujetos con fuerte deseo inconsciente de protección/amparo por la madre, que suele ser dominante y excesivamente solícita y servicial.
Colon irritable
Caracterizado por una alteración funcional del intestino (es decir, que el intestino es morfológicamente normal, no hay inflamación, ni pólipos, etc) consistente en cambios del hábito intestinal (diarrea, estreñimiento) y dolor abdominal. Origina a veces gran cantidad de pruebas complementarias para asegurar el diagnóstico, que puede ser muy difícil. Aunque es de naturaleza “benigna” puede ocasionar muchas molestias al paciente.
Lumbalgia
El dolor de espalda a nivel lumbar es una de las principales causas de baja laboral en nuestro medio. Muchos de estos dolores no tienen ninguna alteración ósea o muscular que los justifique, y se piensa que el tono emocional afecta al sistema de irrigación sanguínea muscular, rediciéndose éste y produciéndose así el dolor. La fibromialgia es una forma concreta de estos dolores crónicos, de tejidos blandos, y se caracteriza por zonas puntuales que desencadenan intenso dolor a la palpación, llamadas zonas “gatillo”.
Cefalea tensional
Se trata del dolor de cabeza más frecuente en la población general, y se relaciona con la contracción mantenida de los músculos de la cabeza y el cuello. Suele aparece en la nuca y se puede extender a toda la cabeza. Típicamente empeora a lo largo del día. También se ha asociado a la personalidad tipo A.
Infertilidad psicógena
Algunas mujeres no consiguen quedarse embarazadas a pesar de no existir motivos orgánicos que lo justifiquen. A veces la excesiva preocupación por la maternidad afecta al sistema nervioso que regula la función hormonal y éste a su vez produce amenorrea (ausencia de menstruación) o hemorragias. La frecuencia de este trastorno no se conoce exactamente, oscilando según las fuentes entre el 0,1 y el 28%.
Eczema
Consiste en la formación en la piel de vesículas y costras, con gran picor. Hay muchos tipos diferentes, siendo algunos de ellos más influenciables por el estrés que otros.
¿Cuándo se debe consultar al médico?
En primer lugar hay que señalar que en muchos momentos la presencia de síntomas de este tipo es normal y se deben a las interconexiones fisiológicas del sistema nervioso con el resto de los sistemas corporales. Si los síntomas se mantienen en el tiempo y limitan la vida sociolaboral o familiar del paciente, o impiden su desarrollo personal, se habla de trastorno.
En ese momento se deberá consultar con el médico, que deberá valorar inicialmente el problema y discernir si hay datos de enfermedad orgánica (física), si todos los síntomas pueden justificarse por factores psicológicos, o y si coexisten ambas cosas. Para ello en algunas ocasiones hay que recurrir a alguna prueba diagnóstica complementaria, habitualmente sencilla (radiografía de columna, análisis de sangre, TAC craneal…).
Es muy importante en este momento hacer consciente al paciente de los factores que intervienen en su enfermedad, sin poner en duda la existencia e intensidad del padecimiento, para así evitar realizar otras pruebas diagnósticas molestas, que sólo causan ansiedad y confusión en el paciente.
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