EL SEÑORÍO DE CHILLÓN
Frente al escribano Diego López, aquel mes de agosto de 1371, el II Alcaide de los Donceles, Don Diego Fernández de Córdoba, relataba sus últimas voluntades y, por medio de documento testamentario, creaba el mayorazgo sobre su villa de Chillón, a favor de su hijo Martín Fernández. Nacía con ello el Señorío de Chillón, que pasaría a estar integrado por la villa de Chillón y su aldea de Los Palacios de Guadalmez, siendo el único señorío nobiliario que va a existir en la actual provincia de Ciudad Real hasta el siglo XVI, pues las poderosas Órdenes Militares de Calatrava, San Juan y Santiago, a las que pertenecía la mayor parte de la provincia, no permitieron que Ciudad Real sufriera el fenómeno de ascensión de señoríos laicos que se produce en la zona comprendida entre el Tajo y Sierra Morena durante los siglos XIV y XV, haciéndose pauta general en menoscabo de las tierras de realengo que ceden parte de sus territorios para la constitución de dichos Señoríos.
Un antepasado de este Don Diego, Fernán Núñez de Témez, será quien conquiste la ciudad de Córdoba a los musulmanes el 29 de junio de 1236, y por ello, se le otorgará el privilegio de poder añadir a su nombre el de la ciudad por él conquistada, dando origen a la familia de los Fernández de Córdoba.
Tan sólo unos años antes, en 1227, el rey Fernando III, el Santo, había arrebatado definitivamente a los sarracenos las tierras de Chillón y de su castillo de Aznaharón, y tras la hazaña de Fernán Núñez, el mismo monarca, para revitalizar la otrora capital califal, las donó un 24 de julio de 1243 al Concejo de la ciudad de Córdoba, junto a los castillos de Almodóvar, Obejo, Santa Eufemia, Gahete, Mochuelos y la villa de Pedroche, con todos sus términos, pero exceptuando las minas de mercurio, o cualesquiera otras que no fueran de hierro, por ser éstas únicamente de potestad real.
Si hacemos memoria, estas tierras habían quedado fuera de la donación hecha a la Orden de Calatrava por Alfonso VIII en 1189, por lo que el rey bien podía libremente disponer de ellas, y consideró adecuado, para potenciar de nuevo el desarrollo y poder económico de la devastada ciudad cordobesa, otorgarle extensos territorios que contribuyeran a ello. Si bien al monarca, Fernando III, le interesa dar privilegios a una ciudad de realengo como Córdoba, no puede dejar de gratificar la ayuda militar que le proporciona la orden calatraveña y por ello, el 31 de diciembre de 1245 , le otorgará a la citada Orden y a su Maestre, Fernando Ordóñez, la villa de Priego de Córdoba, una vez que le sea tomada a los musulmanes, así como permutará con ella el castillo y tierras de Mochuelos, situado al norte del río Guadalmez, a cambio de otros territorios al sur de dicho río, como serán los castillos de Monfrag, Bélmez, Cuzna y Elada, la torre de Cañete y el territorio entre el arroyo Guadamora y el río Guadalmez que pasarán a formar parte de las posesiones del Concejo cordobés:
"Et do vobis in cambium, cuantum eft de Mochuelos ufque ad Guadarmes...Et ego Ordinii dictus Magister Ordinis Calatravensis...damus vobis illustri Regi Domino Fernando...pro cambio Fupradicto, cuantum habemus de rivo illo, qui vocatur Guadamora, ufque ad rivum alicum qui dicitur Guadarmes..."
A esta donación habrá que sumarle la que le conceda en Sevilla, el 16 de febrero de 1249, por la que le otorgará a la Orden de Calatrava la mitad de sus minas de Chillón, que vulgarmente son llamadas Almadén . Su hijo, Alfonso X, confirmará los cambios realizados sobre la comarca del Guadalmez, el 22 de abril de 1254 en Toledo .
Con anterioridad a esta repartición política de los nuevos territorios recientemente conquistados, la Iglesia ya había trazado sobre el mapa la división que sobre ellos iba a ejecutar, y así, mediante Bula papal, dictada el 8 de febrero de 1217, el Papa Honorio III concedía al Arzobispo de Toledo, D. Rodrigo Jiménez de Rada, toda la jurisdicción y derechos sobre las iglesias de Alcaraz y de todas aquellas situadas al este de la villa de Chillón, quedando, por tanto, la mayoría de municipios de la actual provincia de Ciudad Real en manos del Arzobispado toledano, y la citada villa y su futura aldea de Guadarmes, bajo la tutela del obispado cordobés. Dos de estas fechas, pues, van a tener una relevante notoriedad en la historia de Guadalmez, la de 1217, que vinculará su territorio al obispado de Córdoba, y la de 1243, año en que Fernando III lo donará al Concejo cordobés, quedando separado durante siglos de Ciudad Real y uniendo su destino, desde ese momento, a lo que posteriormente sera conocido como Reino de Córdoba.
Los límites entre la Orden de Calatrava y el Concejo de la ciudad de Córdoba, establecidos en las diferentes donaciones regias, no van a quedar muy claros, por lo que va a ser necesario en 1274 llevar a cabo el definitivo deslinde entre ambos, llevando a D. Fernando Gómez Quijada como conocedor del terreno. Tras este deslinde la divisoria comprenderá "la mojonera sudoeste del campo desde la cabeza del Pinar hasta la cabeza de Agudo" siguiendo la actual trayectoria de los términos municipales de Fuencaliente, Brazatortas, Almodovar, Alamillo, Almadén, Valdemanco y Agudo, que quedarán en poder de la Orden, y los términos de Guadalmez y Chillón que se integrarán en las posesiones del Concejo cordobés:
"...el primer mojón que va en la Cabeza del Pinarejo de donde...parte del río Guadarmes et Guadarmes ayuso fasta el vado que está frente al castillo de Vioque, porque de lugar el río de...cae en Guadarmes fasta el vado...que está sobre Vioque...que va... Guadarmes... vado de Córdoba et del vado sobre castillo de Vioque."
Terminado por fin el contencioso por la delimitación de territorios con la Orden de Calatrava, los problemas del Concejo de Córdoba no van a terminar aquí, pues las deudas contraídas por este órgano con Pedro Alfonso de Haro, permiten que éste se adueñe de la villa de Chillón y de su aldea de Guadarmes como prenda para resarcirse de la cantidad adeudada. En agosto de 1344, Bernat de Cabrera se convertirá en su propietario, mediante el cambio que realiza con el rey Alfonso XI, por el cual cede a éste sus villas de Aguilar, Montilla y Monturque, a cambio de los lugares de Puebla de Alcocer, Ferrera, Alcocereyo, Chillón y Azanahrón , siendo recibido el 26 de septiembre de ese mismo año por los vecinos del castillo de Aznaharón como su Señor. Un año más tarde, en agosto de 1345, Bernat de Cabrera manda a su villa de Chillón y Aznaharón que obedezcan y tengan por su Señor a su hijo Bernardo . A partir de este momento, la situación de ambas poblaciones va a ser bastante inestable y varios serán sus dueños desde entonces. Así, durante el reinado de Enrique II de Trastámara el Señorío de Chillón pertenecerá a su hermano Juan Alfons, conde de Alburquerque, y a su mujer, Isabel Alfons de Torres, aunque el 7 de abril de 1366, el rey, los desposeerá de todos sus títulos y propiedades, concediendo el título de conde de Alburquerque a su otro hermano, Don Sancho, y por tanto el Señorío sobre la puebla de Chillón, por juro de heredad.
Posteriormente, el 28 de marzo de 1370, Enrique II, teniendo que hacer frente a un préstamo de dinero contraído con las ciudades de Córdoba y Sevilla, y aún habiéndoselo concedido a su hermano, utilizará el Señorío como prenda para saciar la deuda. A pesar de ello, Don Sancho pedirá a su hermano la devolución de su Señorío y el rey accederá a ello el 28 de marzo de 1370, mandando al Concejo y regidores de Córdoba que dejen libre y desembargado los lugares de la Puebla de Chillón y Aznaharón, propiedad de su hermano. . Lo mismo le ordenará a la ciudad de Sevilla, el 20 de julio , por lo cual, el 2 de septiembre de 1370, y por mandato real, el Concejo, alcaldes y alguaciles de la Puebla de Chillón entregarán la villa y los territorios bajo su jurisdicción a Apariçio Martines, abad de Santa Yllana y tesorero mayor del Conde Don Sancho.
Finalmente, éste, tras solicitar permiso al rey, venderá la Puebla de Chillón y el castillo de Aznaharón con todos sus términos, por 6.000 doblas de oro, a Diego Fernández de Córdoba, Alcaide de los Donceles, y a su mujer Inés Martínez, el 23 de septiembre de 1370, pasando a ser los nuevos señores de Chillón.
Frente al escribano Diego López, aquel mes de agosto de 1371, el II Alcaide de los Donceles, Don Diego Fernández de Córdoba, relataba sus últimas voluntades y, por medio de documento testamentario, creaba el mayorazgo sobre su villa de Chillón, a favor de su hijo Martín Fernández. Nacía con ello el Señorío de Chillón, que pasaría a estar integrado por la villa de Chillón y su aldea de Los Palacios de Guadalmez, siendo el único señorío nobiliario que va a existir en la actual provincia de Ciudad Real hasta el siglo XVI, pues las poderosas Órdenes Militares de Calatrava, San Juan y Santiago, a las que pertenecía la mayor parte de la provincia, no permitieron que Ciudad Real sufriera el fenómeno de ascensión de señoríos laicos que se produce en la zona comprendida entre el Tajo y Sierra Morena durante los siglos XIV y XV, haciéndose pauta general en menoscabo de las tierras de realengo que ceden parte de sus territorios para la constitución de dichos Señoríos.
Un antepasado de este Don Diego, Fernán Núñez de Témez, será quien conquiste la ciudad de Córdoba a los musulmanes el 29 de junio de 1236, y por ello, se le otorgará el privilegio de poder añadir a su nombre el de la ciudad por él conquistada, dando origen a la familia de los Fernández de Córdoba.
Tan sólo unos años antes, en 1227, el rey Fernando III, el Santo, había arrebatado definitivamente a los sarracenos las tierras de Chillón y de su castillo de Aznaharón, y tras la hazaña de Fernán Núñez, el mismo monarca, para revitalizar la otrora capital califal, las donó un 24 de julio de 1243 al Concejo de la ciudad de Córdoba, junto a los castillos de Almodóvar, Obejo, Santa Eufemia, Gahete, Mochuelos y la villa de Pedroche, con todos sus términos, pero exceptuando las minas de mercurio, o cualesquiera otras que no fueran de hierro, por ser éstas únicamente de potestad real.
Si hacemos memoria, estas tierras habían quedado fuera de la donación hecha a la Orden de Calatrava por Alfonso VIII en 1189, por lo que el rey bien podía libremente disponer de ellas, y consideró adecuado, para potenciar de nuevo el desarrollo y poder económico de la devastada ciudad cordobesa, otorgarle extensos territorios que contribuyeran a ello. Si bien al monarca, Fernando III, le interesa dar privilegios a una ciudad de realengo como Córdoba, no puede dejar de gratificar la ayuda militar que le proporciona la orden calatraveña y por ello, el 31 de diciembre de 1245 , le otorgará a la citada Orden y a su Maestre, Fernando Ordóñez, la villa de Priego de Córdoba, una vez que le sea tomada a los musulmanes, así como permutará con ella el castillo y tierras de Mochuelos, situado al norte del río Guadalmez, a cambio de otros territorios al sur de dicho río, como serán los castillos de Monfrag, Bélmez, Cuzna y Elada, la torre de Cañete y el territorio entre el arroyo Guadamora y el río Guadalmez que pasarán a formar parte de las posesiones del Concejo cordobés:
"Et do vobis in cambium, cuantum eft de Mochuelos ufque ad Guadarmes...Et ego Ordinii dictus Magister Ordinis Calatravensis...damus vobis illustri Regi Domino Fernando...pro cambio Fupradicto, cuantum habemus de rivo illo, qui vocatur Guadamora, ufque ad rivum alicum qui dicitur Guadarmes..."
A esta donación habrá que sumarle la que le conceda en Sevilla, el 16 de febrero de 1249, por la que le otorgará a la Orden de Calatrava la mitad de sus minas de Chillón, que vulgarmente son llamadas Almadén . Su hijo, Alfonso X, confirmará los cambios realizados sobre la comarca del Guadalmez, el 22 de abril de 1254 en Toledo .
Con anterioridad a esta repartición política de los nuevos territorios recientemente conquistados, la Iglesia ya había trazado sobre el mapa la división que sobre ellos iba a ejecutar, y así, mediante Bula papal, dictada el 8 de febrero de 1217, el Papa Honorio III concedía al Arzobispo de Toledo, D. Rodrigo Jiménez de Rada, toda la jurisdicción y derechos sobre las iglesias de Alcaraz y de todas aquellas situadas al este de la villa de Chillón, quedando, por tanto, la mayoría de municipios de la actual provincia de Ciudad Real en manos del Arzobispado toledano, y la citada villa y su futura aldea de Guadarmes, bajo la tutela del obispado cordobés. Dos de estas fechas, pues, van a tener una relevante notoriedad en la historia de Guadalmez, la de 1217, que vinculará su territorio al obispado de Córdoba, y la de 1243, año en que Fernando III lo donará al Concejo cordobés, quedando separado durante siglos de Ciudad Real y uniendo su destino, desde ese momento, a lo que posteriormente sera conocido como Reino de Córdoba.
Los límites entre la Orden de Calatrava y el Concejo de la ciudad de Córdoba, establecidos en las diferentes donaciones regias, no van a quedar muy claros, por lo que va a ser necesario en 1274 llevar a cabo el definitivo deslinde entre ambos, llevando a D. Fernando Gómez Quijada como conocedor del terreno. Tras este deslinde la divisoria comprenderá "la mojonera sudoeste del campo desde la cabeza del Pinar hasta la cabeza de Agudo" siguiendo la actual trayectoria de los términos municipales de Fuencaliente, Brazatortas, Almodovar, Alamillo, Almadén, Valdemanco y Agudo, que quedarán en poder de la Orden, y los términos de Guadalmez y Chillón que se integrarán en las posesiones del Concejo cordobés:
"...el primer mojón que va en la Cabeza del Pinarejo de donde...parte del río Guadarmes et Guadarmes ayuso fasta el vado que está frente al castillo de Vioque, porque de lugar el río de...cae en Guadarmes fasta el vado...que está sobre Vioque...que va... Guadarmes... vado de Córdoba et del vado sobre castillo de Vioque."
Terminado por fin el contencioso por la delimitación de territorios con la Orden de Calatrava, los problemas del Concejo de Córdoba no van a terminar aquí, pues las deudas contraídas por este órgano con Pedro Alfonso de Haro, permiten que éste se adueñe de la villa de Chillón y de su aldea de Guadarmes como prenda para resarcirse de la cantidad adeudada. En agosto de 1344, Bernat de Cabrera se convertirá en su propietario, mediante el cambio que realiza con el rey Alfonso XI, por el cual cede a éste sus villas de Aguilar, Montilla y Monturque, a cambio de los lugares de Puebla de Alcocer, Ferrera, Alcocereyo, Chillón y Azanahrón , siendo recibido el 26 de septiembre de ese mismo año por los vecinos del castillo de Aznaharón como su Señor. Un año más tarde, en agosto de 1345, Bernat de Cabrera manda a su villa de Chillón y Aznaharón que obedezcan y tengan por su Señor a su hijo Bernardo . A partir de este momento, la situación de ambas poblaciones va a ser bastante inestable y varios serán sus dueños desde entonces. Así, durante el reinado de Enrique II de Trastámara el Señorío de Chillón pertenecerá a su hermano Juan Alfons, conde de Alburquerque, y a su mujer, Isabel Alfons de Torres, aunque el 7 de abril de 1366, el rey, los desposeerá de todos sus títulos y propiedades, concediendo el título de conde de Alburquerque a su otro hermano, Don Sancho, y por tanto el Señorío sobre la puebla de Chillón, por juro de heredad.
Posteriormente, el 28 de marzo de 1370, Enrique II, teniendo que hacer frente a un préstamo de dinero contraído con las ciudades de Córdoba y Sevilla, y aún habiéndoselo concedido a su hermano, utilizará el Señorío como prenda para saciar la deuda. A pesar de ello, Don Sancho pedirá a su hermano la devolución de su Señorío y el rey accederá a ello el 28 de marzo de 1370, mandando al Concejo y regidores de Córdoba que dejen libre y desembargado los lugares de la Puebla de Chillón y Aznaharón, propiedad de su hermano. . Lo mismo le ordenará a la ciudad de Sevilla, el 20 de julio , por lo cual, el 2 de septiembre de 1370, y por mandato real, el Concejo, alcaldes y alguaciles de la Puebla de Chillón entregarán la villa y los territorios bajo su jurisdicción a Apariçio Martines, abad de Santa Yllana y tesorero mayor del Conde Don Sancho.
Finalmente, éste, tras solicitar permiso al rey, venderá la Puebla de Chillón y el castillo de Aznaharón con todos sus términos, por 6.000 doblas de oro, a Diego Fernández de Córdoba, Alcaide de los Donceles, y a su mujer Inés Martínez, el 23 de septiembre de 1370, pasando a ser los nuevos señores de Chillón.
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