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domingo, 17 de febrero de 2013

RELATO LAKOTA ESPIRITUALIDAD

Foto: LOBO (Crow) y DOS SILBATOS (Crow) 

El culto al "Gran Misterio" era silencioso, solitario, libre de cualquier búsqueda egoísta. Era silencioso porque toda palabra necesariamente es débil e imperfecta; por lo tanto, las almas de mis ancestros ascendían hacia Dios en una adoración sin palabras. Era solitario porque creían que Él está más cerca de nosotros en la soledad, y no había sacerdotes autorizados para intervenir entre un hombre y su Creador. Nadie podía exhortar, confesar o entrometerse de manera alguna en la experiencia religiosa de otro. Entre nosotros, todos los hombres fueron creados como hijos de Dios y se paraban erguidos, conscientes de su divinidad. Nuestra fe no podía ser concebida en credos ni forzada en quien no estuviese dispuesto a recibirla. En consecuencia, no había prédica, proselitismo ni persecución, y tampoco había mofadores o ateos. No había templos ni santuarios entre nosotros, excepto los de la naturaleza. ¡El Indio consideraría sacrilegio construir una casa para Él, con quien podía encontrarse cara a cara en los pasillos misteriosos y sombríos del bosque primitivo, o en el soleado regazo de las praderas virginales, sobre las vertiginosas cúspides de roca desnuda, y allá a lo lejos, en la enjoyada bóveda del cielo nocturno! Él, que se viste a Sí mismo con delgados velos de nubes ahí en la orilla del mundo visible donde nuestro Bisabuelo Sol enciende su fogata vespertina; Él, que navega sobre el viento inclemente del norte, o infunde Su espíritu suavemente sobre los aromáticos aires del sur,cuya canoa de guerra es lanzada sobre ríos majestuosos y mares tierra adentro ¡Él no necesita una catedral inferior! Desde su punto de vista, el Sol y la Tierra fueron los padres de toda la vida orgánica. Del Sol, como padre universal,procede el principio dador de vida en la naturaleza, y en el vientre paciente y fructífero de nuestra madre, la Tierra,se esconden los embriones de plantas y hombres. Los elementos y las fuerzas majestuosas de la naturaleza el Relámpago, el Viento, el Agua, el Fuego y la Helada eran vistos con asombro como poderes espirituales, pero siempre secundarios y de carácter intermedio. Creíamos que el espíritu penetra toda la creación y que cada criatura posee un alma en algún grado, aunque no necesariamente un alma consciente de sí misma. El árbol, la cascada, el oso gris, cada uno es una Fuerza personificada y como tal era objeto de reverencia. Al Indio le encantaba simpatizar y experimentar una comunión espiritual con sus hermanos del reino animal, cuyas almas mudas tenían, según él, algo de la pureza impecable que le atribuimos al niño inocente e irresponsable. Tenía fe en los instintos de los animales, como en una sabiduría misteriosa dada desde lo alto. Y aunque aceptaba humildemente el sacrificio supuestamente voluntario de sus cuerpos para preservar el propio, rendía homenaje a sus espíritus mediante rezos y ofrendas prescritas. Cuando en el curso de la cacería diaria el cazador rojo se topa con una escena impresionantemente hermosa y sublime una nube de tormenta negra con la cúpula luminosa del arcoiris sobre una montaña, una cascada blanca en el corazón de una cañada verde, una vasta pradera teñida con el rojo sangre del atardecer se detiene por un instante en actitud de adoración. No ve necesidad alguna de apartar un día entre siete como día sagrado, pues para él todos los días son de Dios. Cada acto de su vida es, en un sentido muy real, un acto religioso. Reconoce el espíritu en toda la creación y cree que extrae poder espiritual de él. Su respeto por la parte inmortal del animal, su hermano, a menudo lo lleva a colocar el cuerpo de su presa ceremoniosamente en la tierra y decorar la cabeza con pintura simbólica o plumas.Entonces se pone de pie en actitud de oración, sosteniendo en alto la pipa llena, como muestra de haber liberado con honor el espíritu de su hermano, cuyo cuerpo su necesidad lo llevó a tomar para sustentar su propia vida.
(Relato Lakota Sobre la Espiritualidad)
LOBO (Crow) y DOS SILBATOS (Crow)



El culto al "Gran Misterio" era silencioso, solitario, libre de cualquier búsqueda egoísta. Era 

silencioso porque toda palabra necesariamente es débil e imperfecta; por lo tanto, las almas 

de mis ancestros ascendían hacia Dios en una adoración sin palabras. Era solitario porque

creían que Él está más cerca de nosotros en la soledad, y no había sacerdotes autorizados

para intervenir entre un hombre y su Creador. Nadie podía exhortar, confesar o 

entrometerse de manera alguna en la experiencia religiosa de otro. Entre nosotros, todos

los hombres fueron creados como hijos de Dios y se paraban erguidos, conscientes de su

 divinidad. Nuestra fe no podía ser concebida en credos ni forzada en quien no estuviese 

dispuesto a recibirla. En consecuencia, no había prédica, proselitismo ni persecución, y

 tampoco había mofadores o ateos. No había templos ni santuarios entre nosotros, excepto

 los de la naturaleza. ¡El Indio consideraría sacrilegio construir una casa para Él, con quien

podía encontrarse cara a cara en los pasillos misteriosos y sombríos del bosque primitivo, o

 en el soleado regazo de las praderas virginales, sobre las vertiginosas cúspides de roca 

desnuda, y allá a lo lejos, en la enjoyada bóveda del cielo nocturno! Él, que se viste a Sí

mismo con delgados velos de nubes ahí en la orilla del mundo visible donde nuestro

Bisabuelo Sol enciende su fogata vespertina; Él, que navega sobre el viento inclemente del

 norte, o infunde Su espíritu suavemente sobre los aromáticos aires del sur,cuya canoa de 

guerra es lanzada sobre ríos majestuosos y mares tierra adentro ¡Él no necesita una catedral

 inferior! Desde su punto de vista, el Sol y la Tierra fueron los padres de toda la vida

orgánica. Del Sol, como padre universal,procede el principio dador de vida en la naturaleza,

 y en el vientre paciente y fructífero de nuestra madre, la Tierra,se esconden los embriones

de plantas y hombres. Los elementos y las fuerzas majestuosas de la naturaleza el

Relámpago, el Viento, el Agua, el Fuego y la Helada eran vistos con asombro como poderes

 espirituales, pero siempre secundarios y de carácter intermedio. Creíamos que el espíritu

 penetra toda la creación y que cada criatura posee un alma en algún grado, aunque no

necesariamente un alma consciente de sí misma. El árbol, la cascada, el oso gris, cada uno

 es una Fuerza personificada y como tal era objeto de reverencia. Al Indio le encantaba 

simpatizar y experimentar una comunión espiritual con sus hermanos del reino animal

, cuyas almas mudas tenían, según él, algo de la pureza impecable que le atribuimos al niño

 inocente e irresponsable. Tenía fe en los instintos de los animales, como en una sabiduría 

misteriosa dada desde lo alto. Y aunque aceptaba humildemente el sacrificio supuestamente

voluntario de sus cuerpos para preservar el propio, rendía homenaje a sus espíritus

 mediante rezos y ofrendas prescritas. Cuando en el curso de la cacería diaria el cazador

 rojo se topa con una escena impresionantemente hermosa y sublime una nube de tormenta

 negra con la cúpula luminosa del arcoiris sobre una montaña, una cascada blanca en el 

corazón de una cañada verde, una vasta pradera teñida con el rojo sangre del atardecer se

 detiene por un instante en actitud de adoración. No ve necesidad alguna de apartar un día

entre siete como día sagrado, pues para él todos los días son de Dios. Cada acto de su vida

 es, en un sentido muy real, un acto religioso. Reconoce el espíritu en toda la creación y 

cree que extrae poder espiritual de él. Su respeto por la parte inmortal del animal, su

hermano, a menudo lo lleva a colocar el cuerpo de su presa ceremoniosamente en la tierra

 y decorar la cabeza con pintura simbólica o plumas.Entonces se pone de pie en actitud de

 oración, sosteniendo en alto la pipa llena, como muestra de haber liberado con honor el

espíritu de su hermano, cuyo cuerpo su necesidad lo llevó a tomar para sustentar su propia

 vida.

(Relato Lakota Sobre la Espiritualidad)

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