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miércoles, 11 de abril de 2012

LA LUZ


Antonio Bulbena, director del Instituto de Atención Psiquiátrica del Hospital del Mar

«La luz se utiliza como terapia para la depresión en invierno y para la euforia en verano»
     
  • 6 de agosto de 2007
Antonio Bulbena es director del Instituto de Atención Psiquiátrica del Hospital del Mar y catedrático de la UAB

  • SSI
  •   La luz y las condiciones meteorológicas tienen tan gran influencia sobre nuestro estado de ánimo que en determinadas estaciones del año empeoran ciertas enfermedades mentales. Sin embargo, hoy existe un tratamiento que puede ayudar a las personas que más sufren con los cambios estacionales. Es la luminoterapia. Antonio Bulbena, catedrático de Psiquiatría de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y director del Instituto de Atención Psiquiátrica del Hospital del Mar, explica en qué consiste.


    ¿Qué trastornos psiquiátricos están más relacionados con el clima?
    El clima es una variable-resumen de todo lo que ocurre en un año en un lugar e incluye aspectos lumínicos y meteorológicos. Dentro del clima, los meteoritos, la lluvia y la humedad tienen más relación con la ansiedad, mientras que los cambios estacionales están más relacionados con trastornos afectivos.
    ¿A qué trastornos afectivos se refiere?
    La euforia, la depresión y los trastornos bipolares. El más típico quizás sea la depresión, aunque, relacionado con las estaciones, incluso existe un trastorno llamado afectivo estacional.
    ¿En qué consiste?
    El trastorno afectivo estacional se caracteriza por una caída del estado de ánimo durante el invierno, coincidiendo con una disminución de la luz, y una mayor dificultad para realizar distintas funciones, más lentitud, un bajo estado de ánimo y menos vida social. Pero, cuando cambia la luminosidad, a finales de la primavera y principios del verano, ocurre el efecto contrario. La persona que lo padece es capaz de moverse más y siente más euforia. No es infrecuente que en el invierno tenga más apetito y aumente de peso y que, cuando llegue el verano, baje de peso.
    Sí, pero todo esto que usted dice quizás le suceda a todo el mundo en algún grado. ¿Cuándo se puede considerar que se trata de un trastorno y de que es patológico?
    A veces este trastorno no es muy intenso y, a menudo, se ve gente que no lo percibe como tal. Y no suele consultar por ello. Pero si se acude al médico, se puede identificar. En algunos casos, puede haber depresiones más graves, endógenas, que precisan ingreso. Pero, cuando nos referimos al trastorno afectivo estacional hablamos de un trastorno menos grave. Afecta a en torno el 15% de la población de una manera u otra.
    Puesto que es afectivo, ¿afecta más a las mujeres?
    Sí, el trastorno afectivo estacional es más frecuente en mujeres, como la mayor parte de trastornos afectivos; al igual que la depresión y la ansiedad.
    ¿Qué efectos tienen en el humor el frío y el invierno y, a la inversa, el calor y el verano?
    El calor y el frío tienen un efecto distinto. En el caso del calor, las personas con trastornos de ansiedad lo toleran peor, suelen tener una disfunción vegetativa más complicada; no es infrecuente que estas personas se encuentren agotadas. El frío es un aspecto menos estudiado. En cambio, se sabe que la luz tiene efectos sorprendentes e, incluso, se utiliza como tratamiento para la depresión o en personas más letárgicas en invierno y, en verano, en aquellas más eufóricas. A estas personas les proporcionamos una lámpara y mejoran.
    ¿Cómo funciona esta lámpara?
    «El trastorno afectivo estacional, que afecta a un 15% de la población, se caracteriza por una caída del estado de ánimo durante el invierno»
    La lámpara da una dosis de luz determinada y lo que hace es informar al cerebro, a través de la glándula pineal, como si fuera un ?despertador?. Actúa sobre la parte emocional de la persona. El paciente debe sentarse por la mañana frente a la lámpara para recibir el impacto de la luz. Debe hacerlo cada mañana, temprano, al levantarse, para sentirse más animado. Cuando se hace así, la eficacia sobre el trastorno emocional es muy notable. La lámpara estimula, a través de la retina, los núcleos supraquiasmáticos que sirven, a su vez, para estimular la regulación del ritmo biológico que nos mantienen despiertos o dormidos. De hecho, esta lámpara se utiliza en los viajes trasatlánticos; al cambiar de lugar, cambia el ritmo del día y esta lámpara permite sincronizar el reloj biológico.
    Vaya, tal y como lo describe, parece la lámpara maravillosa de Aladino...
    Es una lámpara que permite recuperar los ritmos biológicos. Cada persona somos parte de un entorno ecológico, pero la luz artificial hace que el cuerpo ande un poco despistado. Cuando vamos de excursión a la montaña, nos levantamos pronto para aprovechar la luz natural. Ir con la luz del día y de la noche es fundamental, pero el cuerpo está casi perdido. Esta lámpara nos recuerda que debemos responder a los estímulos naturales.
    Pero, ¿estamos hablando de una lámpara cualquiera o de características especiales?
    Es una lámpara especial que da un tipo de luz que se calcula en lux -unidad de medida- y que emite un espectro más completo de luz que las lámparas normales. Emite una luz de 10.000 lux a una distancia de 35 centímetros, y se debe aplicar más o menos durante una hora por la mañana. Ahora también se fabrica en España (por Yanche).
    ¿A qué y cuándo se aplica?
    Depende del tipo de trastorno que sea. Si es para tratar la depresión estacional, se debe utilizar todo el invierno; si es para el jet lag, una semana. Lo cierto es que es curioso, pero la luminoterapia funciona.
    ¿Sí?
    Hay artículos sobre luminoterapia publicados en revistas científicas. La prescripción al paciente aún parece rara, acostumbrados como estamos a dar medicación, pero lo importante es que funciona, aunque no es de uso universal. Se aplica desde hace quince años, que es cuando Rosenthal, [Norman E. Rosenthal, investigador del Instituto Nacional de Salud Mental (EEUU)], describió el trastorno afectivo estacional. Es un tratamiento que conocen muy bien los psicólogos y expertos en cronobiología, es decir, los que estudian los ritmos biológicos.
    Cambiando de tema, ¿cree usted que el clima -el cambio de luz- también puede ser un detonante en la aparición del síndrome de Ulises en los inmigrantes?
    No tiene nada que ver. Es otro trastorno que tiene más que ver con aspectos sociales y adaptativos.
    Sí, pero ellos también deben acostumbrarse a un clima nuevo.
    Sí, en efecto, esto es importante cuando se va de un lugar muy soleado y con mucha luz a otro lugar con poca luz. Pero el síndrome de Ulises, descrito por Joseba Atxotegui, es un trastorno diferente que tiene que ver con lo biológico, lo psicológico y lo social.
    ¿Qué se puede hacer para paliar los efectos del clima en aquellas personas que los padecen? ¿Qué hacen ustedes los psiquiatras? ¿Los visitan más a menudo en esa época?
    Podríamos decir que hay dos tipos de pacientes. A las personas que tienen ansiedad se les proporciona un diario para que lo escriban cada día, de acuerdo con la meteorología. Se les pide que expliquen los días en que se sienten mucho peor. Hay personas con trastornos de ansiedad que antes de llover lo notan mucho y se sienten mal. Lo más importante es que sepan identificar lo que les ocurre; que sepan que son meteorosensibles, que disminuyan la alarma al respecto y que refuercen los tratamientos físicos, farmacológicos o de relajación. En las personas con trastornos afectivos, si saben que cada noviembre van a recaer, es importante que en esos momentos estén bien medicadas y que sigan bien el tratamiento con la lámpara de forma estacional para prevenir un agravamiento.
    ¿Cómo sabemos que somos meteorosensibles?
    Tiene que ser la propia persona quien lo observe con los cambios meteorológicos, por ejemplo, si antes de llover se encuentra muy mal y, después, mejora mucho o cuando está nublado cambia su ánimo y cuando aparece el sol, se siente mejor.
    ¿Qué retos quedan pendientes en la investigación de esta asociación entre trastornos psiquiátricos y clima?
    Las preguntas que usted ha planteado son las mismas que tenemos abiertas: ¿Quiénes son las personas meteorosensibles o sensibles a los cambios estacionales? ¿Qué hacer con aquellas que están más afectas respecto a esos fenómenos que, a veces, perciben de forma exagerada? Tenemos muchas preguntas a las que responder. Estamos empezando. El acervo popular sabe más y debemos poner la ciencia a su nivel.

    CALOR Y AGRESIVIDAD


    La ola de calor que azotó España en 2003 ha sido uno de los fenómenos meteorológicos estudiados por los expertos. No sólo aumentó la mortalidad sino que también tuvo sus efectos en la salud mental de muchas personas. Las urgencias psiquiátricas se dispararon en los hospitales de Barcelona, recuerda Antonio Bulbena. Según un análisis pormenorizado de dichos casos, se observó que la mayoría de los problemas psiquiátricos que se veían en las urgencias se relacionaban con una mayor agresividad y el consumo de sustancias tóxicas.
    El calor eleva la irritabilidad e incita a una conducta más agresiva, según un artículo publicado en Psychiatric Services por el equipo de Bulbena. Asimismo, es conocido que en la época del año de mayor luminosidad empeoran los cuadros eufóricos y maníacos. Mientras que los trastornos depresivos y de ansiedad, empeoran más en otoño, informa Bulbena.

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