Paisaje del azogue. Almadén
Almadén reivindica, con toda justicia, su consideración como Patrimonio de la Humanidad. Y lo hace por razones muy diversas: la importancia geológica y minera de la explotación del cinabrio, por las tecnologías de explotación y beneficio del mercurio, por las relaciones que se establecen con el Nuevo Mundo y la obtención de la plata, por los paisajes que se han producido en su entorno, por la creación de una ciudad surgida desde la mina con construcciones singulares y trazados acomodados a esta realidad y por las estructuras educativas relacionadas con la minería. Y por una razón esencial en su desarrollo histórico y en su actividad: por el tra bajo de sus gentes a lo largo de los siglos en esta importante explotación.
n los primeros años, la explotación de las minas y la comercialización de los productos la realizaba la propia Orden de Calatrava, pero muy pronto comenzó el sistema de arriendos, principalmente a mercaderes catalanes y genoveses. En 1487 las minas pasan a la Corona cuando Fernando el Católico es nombrado Administrador de los bienes de la Mesa Maestral de Calatrava. Más tarde, en 1523, el papa Adriano VI confirma la adhesión de los Maestrazgos a la Corona. En 1525, para pagar las deudas contraídas con los banqueros alemanes Fugger, Carlos I les arrienda las rentas de los Maestrazgos, entre los que se incluían las minas de Almadén arrendamiento que se prolongaría, salvo breves interrupciones, hasta 1645. De esta época es el informe secreto de Mateo Alemán que recoge “testimonios útiles para completar una historia universal de la infamia” y que describe las durísimas condiciones de los trabajadores de las minas. De este momento hay dos planos en el Archivo de Simancas uno con el plano general de la mina del Pozo y otro con los tornos de achicar agua en el que aparecen los forzados con la vestimenta roja que los identificaba, cumpliendo condena de trabajo. Las dificultades del trabajo en las minas de Almadén, la dureza de alguna de sus operaciones y las enfermedades que padecían, han hecho que, en muchas ocasiones, se recurra al trabajo de condenados que eran destinados a cumplir sus penas en estas instalaciones.
En 1555, Bartolomé Medina, médico sevillano que se instaló en Pachuca (Méjico), patentó el "método del Patio", que consiste en la obtención de plata mediante la amalgamación con el mercurio. Este descubrimiento provocó el aumento de la demanda de azogue y la subida de los precios. El mercurio de Almadén se convirtió en un producto básico para beneficiar las minas de plata americanas. En esta época trabajan en las minas de Almadén un número importante de forzados, hombres condenados a galeras a los que se les conmuta la pena por trabajar en las minas de Almadén. Esta práctica estuvo vigente desde la mitad del siglo XVI hasta 1799 con grupos entre treinta y sesenta personas que realizaban tareas de gran dureza como la extracción del agua de la mina con los tornos y las zacas.
La ciudad de Almadén
El dibujo de Jussieu, de 1719 presentado en la Academia de Ciencias de Paris, del cerco de Buitrones, dibuja ya una realidad compleja integrada por numerosos edificios que van conformando una estructura urbana en el entorno de la mina. En 1735 se Felipe V aprobó las Ordenanzas de Minería que establecían los procedimientos para el arranque de material y las técnicas a utilizar. El gran incendio que se produjo en 1755 obligó a mejorar la fortificación de las minas que se realizaba con mampostería que se va construyendo a medida que avanzan los túneles de manera “que con el tiempo, habrá en aquellos subterráneos más obra de mampostería que en el mayor y más suntuoso edificio de superficie”.
En esta época se construyó el Hospital de Mineros para atender a los mineros enfermos y se construyeron 24 viviendas obreras de diez varas de fondo dispuestas en torno a un espacio hexagonal regular que definía una plaza de toros. Las viviendas, para trabajadores que venían de fuera, se iniciaron en 1752 y en octubre de ese año se celebró ya una primera corrida. De la segunda mitad del siglo XVIII es el plano de F. Cruz que presenta el Plano y perspectiva geométrica de la villa de Almadén.
Siglos XIX y XX
Cuando Madoz, a mediados del siglo XIX, realiza su Diccionario Geográfico cuenta la importancia de las minas y los problemas de encontrar trabajadores para una ocupación de gran dureza. En 1860 trabajan 2.737 personas en las minas de Almadén y en 1869 la Estadística minera habla 2.833 hombres y 259 muchachos con una máquina de vapor y una fuerza de 46 caballos que producen 1999.838 quintales métricos de mineral. A principios de siglo las minas de Almadén bajan ligeramente su producción en 266 toneladas pero siguen siendo un espacio esencial del trabajo y cuando la Memoria de 1900 habla de Operarios en la provincia de Ciudad Real dice: En minas productivas de azogue, en el interior, 1019 hombres y 40 muchachos; en el exterior, 541 hombres y 135 muchachos. Números que cambian según los años, la producción y las condiciones sociales y económicas pero que hablan de la importancia del trabajo realizado en estas instalaciones y de la significación que tenía la mina y su explotación para la ciudad de Almadén.
Durante la Guerra Civil la explotación se mantuvo en el nivel mínimo y en 1942 se acrecentó hasta llegar a las 2.461 toneladas. En 1941 se alcanza la cifra record de producción con 82.000 frascos. Se han incorporado de nuevo los presos a los trabajos de la mina y se utiliza de nuevo el “túnel de forzados”. Los restos de la cárcel de forzados construida en 1754 según proyecto de Silvestre Abarca y a la cual “iban los hombres más criminales de España, así como esclavos procedentes de las colonias situadas en África” se han conservado en una pequeña parte en la Escuela de Minas de Almadén, en un edificio que ha dejado en su planta baja los restos de estas instalaciones de gran rigor, testimonio de esa historia de esfuerzo y sufrimiento que ha acompañado a las minas y que se recuerda en el Centro de Interpretación que la Escuela ha montado en ese mismo lugar.
Almadén merece ser declarado Patrimonio de la Humanidad por múltiples razones y una de las más importantes es porque su mina, las instalaciones de beneficio del mercurio, las construcciones de edificios públicos de la ciudad son la huella del trabajo de miles de personas que han vinculado su vida a la ciudad y a su explotación minera. Esa realidad construida, ese territorio y su paisaje son el resultado del esfuerzo de miles de personas que a lo largo de los siglos han trabajado y vivido en esta ciudad.
En 1555, Bartolomé Medina, médico sevillano que se instaló en Pachuca (Méjico), patentó el "método del Patio", que consiste en la obtención de plata mediante la amalgamación con el mercurio. Este descubrimiento provocó el aumento de la demanda de azogue y la subida de los precios. El mercurio de Almadén se convirtió en un producto básico para beneficiar las minas de plata americanas. En esta época trabajan en las minas de Almadén un número importante de forzados, hombres condenados a galeras a los que se les conmuta la pena por trabajar en las minas de Almadén. Esta práctica estuvo vigente desde la mitad del siglo XVI hasta 1799 con grupos entre treinta y sesenta personas que realizaban tareas de gran dureza como la extracción del agua de la mina con los tornos y las zacas.
La ciudad de Almadén
El dibujo de Jussieu, de 1719 presentado en la Academia de Ciencias de Paris, del cerco de Buitrones, dibuja ya una realidad compleja integrada por numerosos edificios que van conformando una estructura urbana en el entorno de la mina. En 1735 se Felipe V aprobó las Ordenanzas de Minería que establecían los procedimientos para el arranque de material y las técnicas a utilizar. El gran incendio que se produjo en 1755 obligó a mejorar la fortificación de las minas que se realizaba con mampostería que se va construyendo a medida que avanzan los túneles de manera “que con el tiempo, habrá en aquellos subterráneos más obra de mampostería que en el mayor y más suntuoso edificio de superficie”.
En esta época se construyó el Hospital de Mineros para atender a los mineros enfermos y se construyeron 24 viviendas obreras de diez varas de fondo dispuestas en torno a un espacio hexagonal regular que definía una plaza de toros. Las viviendas, para trabajadores que venían de fuera, se iniciaron en 1752 y en octubre de ese año se celebró ya una primera corrida. De la segunda mitad del siglo XVIII es el plano de F. Cruz que presenta el Plano y perspectiva geométrica de la villa de Almadén.
Siglos XIX y XX
Cuando Madoz, a mediados del siglo XIX, realiza su Diccionario Geográfico cuenta la importancia de las minas y los problemas de encontrar trabajadores para una ocupación de gran dureza. En 1860 trabajan 2.737 personas en las minas de Almadén y en 1869 la Estadística minera habla 2.833 hombres y 259 muchachos con una máquina de vapor y una fuerza de 46 caballos que producen 1999.838 quintales métricos de mineral. A principios de siglo las minas de Almadén bajan ligeramente su producción en 266 toneladas pero siguen siendo un espacio esencial del trabajo y cuando la Memoria de 1900 habla de Operarios en la provincia de Ciudad Real dice: En minas productivas de azogue, en el interior, 1019 hombres y 40 muchachos; en el exterior, 541 hombres y 135 muchachos. Números que cambian según los años, la producción y las condiciones sociales y económicas pero que hablan de la importancia del trabajo realizado en estas instalaciones y de la significación que tenía la mina y su explotación para la ciudad de Almadén.
Durante la Guerra Civil la explotación se mantuvo en el nivel mínimo y en 1942 se acrecentó hasta llegar a las 2.461 toneladas. En 1941 se alcanza la cifra record de producción con 82.000 frascos. Se han incorporado de nuevo los presos a los trabajos de la mina y se utiliza de nuevo el “túnel de forzados”. Los restos de la cárcel de forzados construida en 1754 según proyecto de Silvestre Abarca y a la cual “iban los hombres más criminales de España, así como esclavos procedentes de las colonias situadas en África” se han conservado en una pequeña parte en la Escuela de Minas de Almadén, en un edificio que ha dejado en su planta baja los restos de estas instalaciones de gran rigor, testimonio de esa historia de esfuerzo y sufrimiento que ha acompañado a las minas y que se recuerda en el Centro de Interpretación que la Escuela ha montado en ese mismo lugar.
Almadén merece ser declarado Patrimonio de la Humanidad por múltiples razones y una de las más importantes es porque su mina, las instalaciones de beneficio del mercurio, las construcciones de edificios públicos de la ciudad son la huella del trabajo de miles de personas que han vinculado su vida a la ciudad y a su explotación minera. Esa realidad construida, ese territorio y su paisaje son el resultado del esfuerzo de miles de personas que a lo largo de los siglos han trabajado y vivido en esta ciudad.
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