. Aunque quizá no tanto tiempo como sugiere el insigne ingeniero de
minas Casiano de Prado (que fue director principal de Almadén entre 1841 y 1843),
cuando en un emotivo párrafo acerca de los sacrificios del vecindario y de los mineros durante la ocupación francesa –texto escrito en 1848– señala que para entonces
(¡casi medio siglo después de los acontecimientos!) no se les había pagado todavía los
sueldos de aquellos agitados años:
Con la Guerra de la Independencia comienza una época muy triste para Almadén (…). La villa no olvidará nunca aquellos tiempos de privaciones y de
angustias en que la atmósfera emponzoñada de aquellos abismos hizo tantas
víctimas, en que tantas madres y esposas quedaron sin sus hijos y consortes,
en que el luto y la miseria hicieron derramar tantas lágrimas (…).
Todo [auxilio que llegó a las minas durante la guerra] no hubiera bastado, sin embargo, ni aun para hacer frente a las más precisas atenciones si muchos vecinos del pueblo no se hubiesen prestado a hacer toda clase de sacrificios; y hasta
las cofradías y santuarios de la comarca contribuyeron con frutos, dinero y
alhajas, evitándose así la emigración de la mayor parte de los trabajadores fijos, que se contentaban por de pronto con lo estrictamente necesario para
no perecer.
¡Gloria eterna a aquellos buenos mineros, a quienes sólo sostenía
la esperanza de que los franceses saldrían luego de España y que las minas
volverían a su marcha regular! ¡Infelices! Aún se halla por satisfacer mucha parte de los haberes que en aquel tiempo devengaron…
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