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domingo, 18 de septiembre de 2011

MIRAR HACIA ARRIBA

Si pones un buitre en un cajón que mida 2 metros cuadrados y que esté completamente abierto por la parte superior, esta ave, a pesar de su
habilidad para volar, será un prisionero absoluto. La razón es que necesita un espacio para tomar carrera. Al no tener ese espacio ni siquiera lo intenta y puede quedar prisionero en esa cárcel sin techo.
Algo parecido le pasa al murciélago que para volar necesita no estar en el suelo (donde solo puede arrastrarse) sino en algún lugar elevado desde donde puede despegar rápidamente.
Lo mismo le ocurre a la abeja si la dejamos en esa caja destapada, quedará entrampada en ella, sin darse cuenta que puede salir ya que su paradigma de escape es sólo por los laterales y chocará contra ellos hasta lastimarse.

En muchas formas las personas somos como el buitre, el murciélago y la abeja obrera.
Lidiamos con nuestros problemas y frustraciones, sin darnos cuenta que todo lo que tenemos que hacer es mirar hacia arriba. La ruta de escape y la solución a cualquier problema está mirando hacia otro lado que el que miramos tan fijamente.

Podríamos decir que la tristeza y el resentimiento miran hacia atrás, la preocupación y el sin sentido hacia los costados, la depresión y el enojo hacia abajo, pero los sueños y la esperanza aparecen solo cuando podemos mirar hacia adelante!
En este momento, y en cada área de tu vida:
¿Tu hacia dónde estás mirando?

La vida puede comprenderse mirando hacia atrás, pero sólo puede vivirse
mirando hacia adelante.


Nuestros paradigmas de pensamiento nos hacen entrar en hábitos que nos son totalmente transparentes y automáticos, no nos damos cuenta, no los vemos y por eso nos resulta tan difícil cambiarlos.


Los paradigmas son poderosos
porque crean los lentes
a través de los cuales vemos el mundo.


El problema es que lo hacen muy lentamente
y de esa manera no nos dejan darnos cuenta
que miramos a través de anteojos
que, a veces, ni siquiera nos pusimos nosotros.


Los estados de ánimo nos atrapan y nos retienen y ni siquiera nos damos cuenta de ellos.
Puedes estar triste por la muerte de un ser querido por años, sin darte cuenta que la tristeza te poseyó. Y andas por la vida como sin rumbo sin darte cuenta que la misma está esculpida en tu rostro y en tu alma. Y sigues mirando para atrás sin darte cuenta de todo lo que tienes o puedes desarrollar para adelante.

Puedes estar resentido por alguna injusticia de la vida o de alguien por años, sin perdonar, sin darte cuenta que el único esclavo eres tu. Y mientras tu vida continúa, estas enojado y embroncado contestando mal a la gente sin darte cuenta que puedes elegir tu liberación perdonando y soltando y mirando hacia tus sueños para luego darte el permiso de proyectarlos.


Lo importante es mirar la vida
con ojos de niños, para no perder la capacidad de soñar.
Los que dejan de soñar envejecen.

Tú eres el origen de tus resultados y si estos no te gustan piensa hacia donde quedó tu mirada atrapada.
¿En que momento dejaste de mirar hacia adelante?
¿Qué fue lo que te hizo cambiar el rumbo de tu mirada?
¿Hasta cuando seguirás buscando en el mismo lugar lo que, hace rato, allí no encuentras?

Sólo de ti depende, y si sientes que no puedes: busca ayuda. No te quedes solo cuando no lo estás. Seguramente muchos a tu alrededor se sentirían felices de poderte ayudar a cambiar tu mirada de la vida.


Regala tu ausencia
a quien no sabe valorar tu presencia
y recuerda que quien mucho se ausenta
pronto deja de hacer falta;
Nadie vale lo suficiente
como para dejarte colgado en recuerdos, y por último nada ni nadie es imprescindible, si quieres una vida feliz átala a metas y sueños propios,
con gente que te apoya, no a objetos o personas que no te valoran.

 Rafael Galarce

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