El cinabrio (HgS) se distingue por su aspecto masivo y típica coloración rojo bermellón y es el mineral más importante del mercurio (Hg) o azogue, que es un metal de alta densidad (13,5 gr/cm3) de color plateado que a temperatura ambiente se presenta en estado líquido. El mercurio se obtiene a partir del cinabrio por descomposición en presencia de aire a partir de 210°C produciendo anhídrido sulfuroso y vapor de mercurio, que debe ser enfriado para obtener el mercurio líquido.
Los primeros usos del mercurio en la historia se relacionan con la alquimia, aunque desde mediados del siglo XVI, este metal entra en su edad de oro, ya que comienza a utilizarse en grandes cantidades en el proceso de amalgamación para recuperar el oro y plata. En la actualidad, el mercurio es un metal penalizado medioambientalmente y su utilización está siendo sustituida por otros elementos menos nocivos. Por encima de los 40°C, el mercurio produce vapores tóxicos y corrosivos. Así, otros usos del mercurio han sido las aplicaciones industriales y farmacéuticas, el uso como catalizador en la preparación electrolítica de cloro y sosa caústica, confección de espejos, fungicidas, tratamiento de semillas, explosivos o preparaciones dentales.
Aunque el cinabrio es un recurso escaso, las minas de Almadén, clausuradas en 2001, fueron las más importantes del mundo. Uno de los mayores periodos de actividad se relaciona con el siglo XVI a XIX, ya que el mercurio era enviado desde Almadén a Sevilla a través del Camino Real del Azogue, para su posterior envío a las minas de plata de Centroamérica en la Flota de Indias de la Corona Española para su utilización en la amalgama del preciado metal.
El azogue era obtenido por un proceso de destilación mediante calcinación del cinabrio en hornos ubicados en los “cercos de destilación” o de Buitrones, donde también se almacenaba y custodiaba para su transporte. El Cerco de Buitrones de Almadén es construido en la segunda mitad del siglo XVI (1.573-1.582) cuando se introdujeron unos nuevos hornos (de Buitrones) que sustituían a los antiguos hornos de Xabecas heredados de los árabes. Posteriormente, en 1.646, Juan Alonso de Bustamante introdujo en Almadén los hornos de aludeles americanos que aunque desde 1.806 coexisten con dos hornos de cámaras más modernos, llegan a perdurar hasta comienzo de siglo XX.
En Almadén, el azogue se envasaba en 3 grandes bolsas de cuero de gran calidad llamadas baldeses, que almacenaban unos 3,5 litros de mercurio, equivalente por su alta densidad a 46 kg. El transporte hasta Sevilla se realizaba principalmente carros de bueyes o de forma secundaria, en mula. Las carretas de bueyes llevaban diez baldeses (460 kg). En las Reales Atarazanas de Sevilla, se vaciaba el contenido de los baldeses en unas tinas para ser comprobado y pesado de nuevo. Posteriormente se introducía de nuevo en unos baldeses, aunque de menor capacidad (unos 25 kg), que a su vez se colocaban en pequeños barriles de madera. En un arcón de transporte, se almacenaban tres barriles, de forma que el azogue ya se encontraba listo para su transporte a Centroamérica. Este método de almacenamiento-transporte perdura Hasta finales del siglo XVII, con la fabricación de los primeros envases de hierro fundido.
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