Si pones un buitre en un cajón que mida 2 metros cuadrados y que esté completamente abierto por la parte superior, esta ave, a pesar de su
habilidad para volar, será un prisionero absoluto. La razón es que necesita un espacio para tomar carrera. Al no tener ese espacio ni siquiera lo intenta y puede quedar prisionero en esa cárcel sin techo.
Algo parecido le pasa al murciélago que para volar necesita no estar en el suelo (donde solo puede arrastrarse) sino en algún lugar elevado desde donde puede despegar rápidamente.
Lo mismo le ocurre a la abeja si la dejamos en esa caja destapada, quedará entrampada en ella, sin darse cuenta que puede salir ya que su paradigma de escape es sólo por los laterales y chocará contra ellos hasta lastimarse.
En muchas formas las personas somos como el buitre, el murciélago y la abeja obrera.
Lidiamos con nuestros problemas y frustraciones, sin darnos cuenta que todo lo que tenemos que hacer es mirar hacia arriba. La ruta de escape y la solución a cualquier problema está mirando hacia otro lado que el que miramos tan fijamente.
Podríamos decir que la tristeza y el resentimiento miran hacia atrás, la preocupación y el sin sentido hacia los costados, la depresión y el enojo hacia abajo, pero los sueños y la esperanza aparecen solo cuando podemos mirar hacia adelante!
En este momento, y en cada área de tu vida:
¿Tu hacia dónde estás mirando?
La vida puede comprenderse mirando hacia atrás, pero sólo puede vivirse
mirando hacia adelante.
Nuestros paradigmas de pensamiento nos hacen entrar en hábitos que nos son totalmente transparentes y automáticos, no nos damos cuenta, no los vemos y por eso nos resulta tan difícil cambiarlos.
Los paradigmas son poderosos
porque crean los lentes
a través de los cuales vemos el mundo.
El problema es que lo hacen muy lentamente
y de esa manera no nos dejan darnos cuenta
que miramos a través de anteojos
que, a veces, ni siquiera nos pusimos nosotros.
Los estados de ánimo nos atrapan y nos retienen y ni siquiera nos damos cuenta de ellos.
Puedes estar triste por la muerte de un ser querido por años, sin darte cuenta que la tristeza te poseyó. Y andas por la vida como sin rumbo sin darte cuenta que la misma está esculpida en tu rostro y en tu alma. Y sigues mirando para atrás sin darte cuenta de todo lo que tienes o puedes desarrollar para adelante.
Puedes estar resentido por alguna injusticia de la vida o de alguien por años, sin perdonar, sin darte cuenta que el único esclavo eres tu. Y mientras tu vida continúa, estas enojado y embroncado contestando mal a la gente sin darte cuenta que puedes elegir tu liberación perdonando y soltando y mirando hacia tus sueños para luego darte el permiso de proyectarlos.
Lo importante es mirar la vida
con ojos de niños, para no perder la capacidad de soñar.
Los que dejan de soñar envejecen.
Tú eres el origen de tus resultados y si estos no te gustan piensa hacia donde quedó tu mirada atrapada.
¿En que momento dejaste de mirar hacia adelante?
¿Qué fue lo que te hizo cambiar el rumbo de tu mirada?
¿Hasta cuando seguirás buscando en el mismo lugar lo que, hace rato, allí no encuentras?
Sólo de ti depende, y si sientes que no puedes: busca ayuda. No te quedes solo cuando no lo estás. Seguramente muchos a tu alrededor se sentirían felices de poderte ayudar a cambiar tu mirada de la vida.
Regala tu ausencia
a quien no sabe valorar tu presencia
y recuerda que quien mucho se ausenta
pronto deja de hacer falta;
Nadie vale lo suficiente
como para dejarte colgado en recuerdos, y por último nada ni nadie es imprescindible, si quieres una vida feliz átala a metas y sueños propios,
con gente que te apoya, no a objetos o personas que no te valoran.
Rafael Galarce
Peter Fechter, un obrero de la construcción de 18 años, intentó huir junto con un amigo y compañero de trabajo, Helmut K...ulbeik. Tenían pensado esconderse en el taller de un carpintero, cerca del muro, y, tras observar a los guardias de la "frontera" alejándose, saltar por una ventana hacia el llamado "corredor de la muerte", atravesarlo corriendo y saltar por el muro cerca del Checkpoint Charlie, a Berlín Oeste.
Hasta llegar al muro las cosas salieron bien, pero cuando se encontraban arriba, a punto ya de pasar al otro lado, los soldados les dieron el alto, y a continuación dispararon. Helmut tuvo suerte, Peter resultó alcanzado por varios disparos en la pelvis, cayó hacia atrás, y quedó tendido en el suelo en la "tierra de nadie", durante cincuenta angustiosos minutos, moribundo, desangrándose, a la vista de todos, y sin que nadie hiciera nada.
Gritó pidiendo auxilio, pero los soldados soviéticos que le habían disparado no se acercaron, y lo único que pudieron hacer los soldados americanos fue tirarle un botiquín, que no le sirvió de ayuda, ya que sus graves heridas internas le impedían moverse, y poco a poco fue perdiendo la consciencia. Durante casi una hora, los ciudadanos de ambos lados de Berlín contemplaron impotentes su agonía, gritando a los soldados de ambos lados para que le ayudasen.
Pero ambos bandos tenían miedo de que los del otro lado les disparasen, como había pasado en otras ocasiones anteriores; aunque ninguna en una circunstancia tan perentoria como esta y a las dos del mediodía, con tantos testigos presentes, incluyendo periodistas en el lado occidental.
Los soldados del lado oriental, zona a la que pertenecía en realidad la "tierra de nadie", tampoco le ayudaron, y no se acercaron hasta pasados 50 minutos, seguramente para que sirviera de ejemplo para cualquier otro que pensase huir.
(Aún así, entre 1961 y 1989 murieron más de 260 personas, sólo intentando cruzar el Muro; además de los que murieron al querer cruzar la frontera entre las dos Alemanias, y ya no hablemos de los que estuvieron en la cárcel por intentarlo, o por ayudar a otros).
Cuando por fin se acercaron los soldados de la RDA y se lo llevaron, los ciudadanos de ambos lados gritaron repetidamente "¡asesinos, asesinos!". En el lado occidental, se sucedieron las protestas y las manifestaciones los días siguientes, y los habitantes del Berlín Oeste comprendieron claramente lo difícil que sería para sus familiares y amigos del Berlín Este el intentar escapar. Asimismo, también se dieron cuenta, decepcionados, de que los soldados americanos, en pleno auge de la Guerra Fría, no harían nada para ayudarles en circunstancias similares. Fue un duro golpe para la esperanza de los berlineses.
TIENE CASI VEINTE AÑOS y ya está
cansado de soñar;
pero TRAS LA FRONTERA está su hogar,
su mundo y SU CIUDAD.
Piensa que la ALAMBRADA sólo
es un trozo de metal
algo que nunca puede detener
sus ansias de volar.
Libre,
como el sol cuando amanece yo soy libre,
como el mar.
Libre,
como el ave que escapó de su PRISIÓN
y puede al fin volar.
Libre,
como el viento que recoge MI LAMENTO Y MI PESAR,
camino sin cesar,
detrás de la verdad,
y SABRÉ LO QUE ES AL FIN LA LIBERTAD.
Con su amor por bandera se marchó
cantando una canción;
marchaba tan feliz que NO ESCUCHÓ
LA VOZ QUE LE LLAMÓ.
Y TENDIDO EN EL SUELO SE QUEDÓ,
SONRIENDO Y SIN HABLAR;
SOBRE SU PECHO, FLORES CARMÉSÍ
BROTABAN SIN CESAR.
La canción, escrita diez años después de los hechos, recoge una historia y unas fotos que dieron la vuelta al mundo, y que todavía hoy son símbolo de la crueldad humana. En el lugar donde murió Peter Fechter, se levantó en 1990 un monumento. Ya en 1997, dos antiguos soldados de la RDA fueron juzgados, y admitieron haber disparado contra Peter Fechter. Se les declaró culpables, y fueron condenados a un año de cárcel. En el juicio el forense declaró que toda ayuda hubiera sido inútil, ya que la gravedad de las heridas le hubiera causado la muerte en cualquier caso. Pero es algo que nunca sabremos, ¿verdad?
La canción es símbolo de todo el pueblo alemán que soñó con huir, ya que si Peter fue la primera víctima del muro, el último, Chris Gueffroy, en 1989, tenía, precisamente, veinte años...