BASTA DE GENTE TOXICA !!!
Prof. Dr. Alberto Cormillot
Prof. Dr. Alberto Cormillot
No permita que su estado de ánimo ni su bienestar dependan de cruzarse o no con alguien de este tipo. Arme sus propias defensas para disfrutar de su vida a pleno.
En el camino de la vida nos encontramos con distintas personas y personalidades. Podemos usar la denominación “personas tóxicas” para hacer referencia a gente que habla repetidamente de sí misma, se queja en forma constante, hace preguntas incómodas y suele promover un clima de tensión que se respira y se contagia.
Aunque por lo general estas personalidades buscan reconocimiento, afecto y aprobación, lo único que consiguen con sus actitudes es precisamente lo contrario: tendemos a alejarnos, a ser cautelosos o a sentir incomodidad o tensión en su presencia, todo lo cual hace que la relación sea difícil.
Qué les pasa
Aunque no todas las corrientes de pensamiento sostienen lo mismo respecto de la toxicidad en la personalidad, sí concuerdan en que existe.
Para las neurociencias estas personalidades surgen cuando existen fallas relacionadas con los neuroquímicos responsables de la estabilidad emocional. En estos casos las conductas llegan a ser patológicas y la coexistencia con estas personas es una misión imposible si no realizan un tratamiento que les devuelva el equilibrio.
Desde la psicología se habla de vínculos y comportamientos "tóxicos" más que de personas que lo sean, ya que lo que es "tóxico" para unos puede ser perfectamente aceptable para otros. En cualquier caso, acuerdan en que el “comportamiento tóxico” se sustenta en la falta de empatía, con la dificultad de percibir lo que el otro puede sentir.
Desde la filosofía la “toxicidad” puede definirse sólo a partir del tipo de encuentro que se tenga con el otro. Habrá entonces encuentros que potencien nuestras energías y nos den alegría, mientras otros las disminuyen y nos producen tristeza.
Qué nos pasa
Dado que tendemos a sentir empatía con quienes nos rodean, por lo general nos ponemos en sintonía con sus emociones. Por eso, a pesar de haberse levantado enérgico y radiante, si usted se cruza o comparte algún tiempo con alguien que irradia nerviosismo, tristeza o queja perpetua, es altamente probable que termine sintiéndose de la misma forma y sin causas personales aparentes. Ese es el primer efecto nocivo que generan las personas tóxicas. Cuando esta situación se hace sostenida, erosiona el bienestar, baja las defensas, favorece enfermedades o afecta el estado de ánimo.
Estas personalidades no gustan de andar solas. Tratarán de absorber su tiempo y su energía para hacerle entender que lo que ellos dicen, hacen, opinan y sienten, es la verdad más absoluta e incuestionable… e intentarán arrastrarlo a su círculo de toxicidad.
Cómo identificarlos y evitarlos
Si aceptamos que nadie es completamente sano física ni psicológicamente, comprenderemos que habrá grises, entre ellos, ciertos comportamientos “tóxicos” que pueden ser tolerados si aparecen de manera esporádica. Los siguientes rasgos, que en la mayoría de las personas se presentan en forma pasajera y frente a hechos puntuales, en la personalidad tóxica son permanentes. Aprender a reconocerlos es el primer paso para armar su escudo. Aunque siempre lo mejor será alejarse, hay relaciones que por cercanía o necesidad (un vecino, un vendedor, un compañero de trabajo, su jefa) no admiten fácilmente esta solución. Para esos casos compartimos alternativas efectivas.
* El enojado con la vida. El ceño fruncido, el grito fácil, el nerviosismo, la reacción impulsiva. Genera rechazo, a veces sumisión por temor, enojo y resentimiento. Qué hacer: ignorarlo. Si no es posible, usar la técnica del disco rayado contestando sistemáticamente “ok”, “de acuerdo” o “no me interesa”. En cualquier caso, no se enganche y evite una discusión siempre que pueda.
* El quejoso perpetuo. Todo está mal, y si no es así, lo estará pronto. La desdicha es moneda corriente, siente desconfianza y miedo, busca ser el protagonista de la vida más desgraciada... y contársela, claro. Qué hacer: quéjese más. Si hace un atisbo de lamentar su desgracia aumentará su queja y lo usará de paño de lágrimas.
* El criticón. Es propenso a ver “la paja en el ojo ajeno”, se alimenta de los errores del otro, los critica y enjuicia como actos imperdonables. Qué hacer: no se sume a los chismes de pasillo. Aunque a veces es tentador, alimentar esta personalidad puede ser un boomerang: “¿sabías que fulanito me dijo que vos…”.
* El “estrellita mía”. Inseguro y emocionalmente inmaduro, depende de la demostración del otro, de la mirada del otro, de las palabras del otro, de su tiempo, su energía, su atención… Busca ser el centro, reclama escucha y todo lo quiere, siempre y ya. Qué hacer: decidir de antemano un nivel máximo de tolerancia que no atente contra su humor ni su paciencia. Pasado el límite, inventar excusas, ocupaciones, pendientes... y huir.
* El temeroso. Vive preocupado y ansioso, pendiente de lo que pasaría si… Todo le genera temor y una consecuente urgencia de pedir ayuda permanente. Qué hacer: sugerirle la visita a un terapeuta y asegurarle que puede mejorar su calidad de vida. Con este “tóxico” no hay otras opciones.
* El culpabilizador. Si algo sale bien, es mérito de él. Si algo sale mal, es culpa del otro. Qué hacer: resguardar su autoestima y recordar que nadie puede hacerlo sentir mal sin su consentimiento.
* El envidioso. Parecido al criticón, vive comparándose. Como es inseguro y piensa que no puede lograr lo que desea, siente una profunda angustia que calma descalificando a quien sí lo posee. Qué hacer: elija a quién contarle las cosas buenas que le pasan; usted sabe quiénes se alegrarán con su bienestar.
* El manipulador. Usa la información con la que cuenta para hacer creer a los demás que aquello que sostiene es útil y necesario, cuando en realidad responde únicamente a sus intereses. Qué hacer: manténgase alerta. Abundan y usan piel de cordero. Priorice siempre lo que sea positivo para usted.
¿La personalidad tóxica puede modificarse?
Es importante no caer en la estigmatización ni subestimar la capacidad de cambio de las personas. Aunque suene a cuento con final feliz, se puede dejar de ser "tóxico" tanto como es posible construir otras características positivas de la personalidad. Aunque puede ser difícil, con decisión conciente y ayuda terapéutica en muchos casos es posible desarrollar una personalidad saludable.
Volvamos la mirada hacia nosotros. Usted, ¿se identifica con algún rasgo tóxico? ¿Suele preguntarse qué efectos genera su forma de ser en el otro? ¿Es de los que monologan y hablan de sí mismos en demasía? ¿Trata de construir una imagen que no responde a su realidad? ¿Se da cuenta si lo ven aburrido, irritante, reiterativo, pesimista o mala onda? ¿Eso le importa?
Evaluar el propio grado de toxicidad también es importante para trabajar en aquellos rasgos que podrían empañar sus relaciones. Y si ya identificó a alguna persona de su entorno con los perfiles que leyó antes, considere las claves que siguen para armar su escudo y proteger su bienestar emocional.
5 claves para reforzar el "escudo antitóxicos"
1. Pase el menor tiempo posible con personas "tóxicas". Todos los minutos que comparta con alguien de estas características serán menos positivos y productivos. Agende su teléfono para identificar su llamada, evite planes donde se lo incluya, manténgase alejado en una reunión.
2. Si recibe una llamada o se cruza con alguien "tóxico" que quiere ocupar su tiempo para contarle problemas y desgracias, córtelo de entrada: “perdoname, estoy en un mal momento”, “te llamo más tarde y hablamos”, “tengo una reunión dentro de unos minutos, ahora no puedo hablar”.
3. Si debe convivir con un familiar "tóxico" enfrente la relación con las estrategias que compartimos para cada perfil. Recuerde que para neutralizar su toxicidad es importante quitarle poder:
-Impídale el acceso a su intimidad, no cuente todo, ni pida consejos, ni comparta proyectos, dudas ni ilusiones. Hablar con alguien "tóxico" de cuestiones íntimas es una pérdida de tiempo y energía.
-Simule no prestar atención a sus mensajes negativos.
-Evite confiarle un secreto; no sabe guardarlos y aprovecha la información en su contra.
-Sea amable; no se muestre perturbado por sus palabras.
-Ponga su foco mental en las cosas positivas de su vida. La actitud es siempre una elección.
-Si puede, distancie el contacto y las visitas.
4. Si forma parte de su equipo de trabajo:
-Establezca reglas de convivencia y productividad de antemano y con claridad.
-Hágale saber que el equipo pierde eficacia frente a sus comportamientos.
-No deje pasar por alto los mensajes destructivos ni los comentarios que no suman. Convérselo inmediatamente con la persona a solas.
5. Ejercite su autocrítica y revise regularmente qué tipo de actitudes y comportamientos tiene usted para con los demás. Es posible que descubra rasgos de toxicidad en su personalidad también. No haga a los demás lo que no desea que le hagan a usted.
¡Hasta la próxima!
Prof. Dr. Alberto Cormillot
En el camino de la vida nos encontramos con distintas personas y personalidades. Podemos usar la denominación “personas tóxicas” para hacer referencia a gente que habla repetidamente de sí misma, se queja en forma constante, hace preguntas incómodas y suele promover un clima de tensión que se respira y se contagia.
Aunque por lo general estas personalidades buscan reconocimiento, afecto y aprobación, lo único que consiguen con sus actitudes es precisamente lo contrario: tendemos a alejarnos, a ser cautelosos o a sentir incomodidad o tensión en su presencia, todo lo cual hace que la relación sea difícil.
Qué les pasa
Aunque no todas las corrientes de pensamiento sostienen lo mismo respecto de la toxicidad en la personalidad, sí concuerdan en que existe.
Para las neurociencias estas personalidades surgen cuando existen fallas relacionadas con los neuroquímicos responsables de la estabilidad emocional. En estos casos las conductas llegan a ser patológicas y la coexistencia con estas personas es una misión imposible si no realizan un tratamiento que les devuelva el equilibrio.
Desde la psicología se habla de vínculos y comportamientos "tóxicos" más que de personas que lo sean, ya que lo que es "tóxico" para unos puede ser perfectamente aceptable para otros. En cualquier caso, acuerdan en que el “comportamiento tóxico” se sustenta en la falta de empatía, con la dificultad de percibir lo que el otro puede sentir.
Desde la filosofía la “toxicidad” puede definirse sólo a partir del tipo de encuentro que se tenga con el otro. Habrá entonces encuentros que potencien nuestras energías y nos den alegría, mientras otros las disminuyen y nos producen tristeza.
Qué nos pasa
Dado que tendemos a sentir empatía con quienes nos rodean, por lo general nos ponemos en sintonía con sus emociones. Por eso, a pesar de haberse levantado enérgico y radiante, si usted se cruza o comparte algún tiempo con alguien que irradia nerviosismo, tristeza o queja perpetua, es altamente probable que termine sintiéndose de la misma forma y sin causas personales aparentes. Ese es el primer efecto nocivo que generan las personas tóxicas. Cuando esta situación se hace sostenida, erosiona el bienestar, baja las defensas, favorece enfermedades o afecta el estado de ánimo.
Estas personalidades no gustan de andar solas. Tratarán de absorber su tiempo y su energía para hacerle entender que lo que ellos dicen, hacen, opinan y sienten, es la verdad más absoluta e incuestionable… e intentarán arrastrarlo a su círculo de toxicidad.
Cómo identificarlos y evitarlos
Si aceptamos que nadie es completamente sano física ni psicológicamente, comprenderemos que habrá grises, entre ellos, ciertos comportamientos “tóxicos” que pueden ser tolerados si aparecen de manera esporádica. Los siguientes rasgos, que en la mayoría de las personas se presentan en forma pasajera y frente a hechos puntuales, en la personalidad tóxica son permanentes. Aprender a reconocerlos es el primer paso para armar su escudo. Aunque siempre lo mejor será alejarse, hay relaciones que por cercanía o necesidad (un vecino, un vendedor, un compañero de trabajo, su jefa) no admiten fácilmente esta solución. Para esos casos compartimos alternativas efectivas.
* El enojado con la vida. El ceño fruncido, el grito fácil, el nerviosismo, la reacción impulsiva. Genera rechazo, a veces sumisión por temor, enojo y resentimiento. Qué hacer: ignorarlo. Si no es posible, usar la técnica del disco rayado contestando sistemáticamente “ok”, “de acuerdo” o “no me interesa”. En cualquier caso, no se enganche y evite una discusión siempre que pueda.
* El quejoso perpetuo. Todo está mal, y si no es así, lo estará pronto. La desdicha es moneda corriente, siente desconfianza y miedo, busca ser el protagonista de la vida más desgraciada... y contársela, claro. Qué hacer: quéjese más. Si hace un atisbo de lamentar su desgracia aumentará su queja y lo usará de paño de lágrimas.
* El criticón. Es propenso a ver “la paja en el ojo ajeno”, se alimenta de los errores del otro, los critica y enjuicia como actos imperdonables. Qué hacer: no se sume a los chismes de pasillo. Aunque a veces es tentador, alimentar esta personalidad puede ser un boomerang: “¿sabías que fulanito me dijo que vos…”.
* El “estrellita mía”. Inseguro y emocionalmente inmaduro, depende de la demostración del otro, de la mirada del otro, de las palabras del otro, de su tiempo, su energía, su atención… Busca ser el centro, reclama escucha y todo lo quiere, siempre y ya. Qué hacer: decidir de antemano un nivel máximo de tolerancia que no atente contra su humor ni su paciencia. Pasado el límite, inventar excusas, ocupaciones, pendientes... y huir.
* El temeroso. Vive preocupado y ansioso, pendiente de lo que pasaría si… Todo le genera temor y una consecuente urgencia de pedir ayuda permanente. Qué hacer: sugerirle la visita a un terapeuta y asegurarle que puede mejorar su calidad de vida. Con este “tóxico” no hay otras opciones.
* El culpabilizador. Si algo sale bien, es mérito de él. Si algo sale mal, es culpa del otro. Qué hacer: resguardar su autoestima y recordar que nadie puede hacerlo sentir mal sin su consentimiento.
* El envidioso. Parecido al criticón, vive comparándose. Como es inseguro y piensa que no puede lograr lo que desea, siente una profunda angustia que calma descalificando a quien sí lo posee. Qué hacer: elija a quién contarle las cosas buenas que le pasan; usted sabe quiénes se alegrarán con su bienestar.
* El manipulador. Usa la información con la que cuenta para hacer creer a los demás que aquello que sostiene es útil y necesario, cuando en realidad responde únicamente a sus intereses. Qué hacer: manténgase alerta. Abundan y usan piel de cordero. Priorice siempre lo que sea positivo para usted.
¿La personalidad tóxica puede modificarse?
Es importante no caer en la estigmatización ni subestimar la capacidad de cambio de las personas. Aunque suene a cuento con final feliz, se puede dejar de ser "tóxico" tanto como es posible construir otras características positivas de la personalidad. Aunque puede ser difícil, con decisión conciente y ayuda terapéutica en muchos casos es posible desarrollar una personalidad saludable.
Volvamos la mirada hacia nosotros. Usted, ¿se identifica con algún rasgo tóxico? ¿Suele preguntarse qué efectos genera su forma de ser en el otro? ¿Es de los que monologan y hablan de sí mismos en demasía? ¿Trata de construir una imagen que no responde a su realidad? ¿Se da cuenta si lo ven aburrido, irritante, reiterativo, pesimista o mala onda? ¿Eso le importa?
Evaluar el propio grado de toxicidad también es importante para trabajar en aquellos rasgos que podrían empañar sus relaciones. Y si ya identificó a alguna persona de su entorno con los perfiles que leyó antes, considere las claves que siguen para armar su escudo y proteger su bienestar emocional.
5 claves para reforzar el "escudo antitóxicos"
1. Pase el menor tiempo posible con personas "tóxicas". Todos los minutos que comparta con alguien de estas características serán menos positivos y productivos. Agende su teléfono para identificar su llamada, evite planes donde se lo incluya, manténgase alejado en una reunión.
2. Si recibe una llamada o se cruza con alguien "tóxico" que quiere ocupar su tiempo para contarle problemas y desgracias, córtelo de entrada: “perdoname, estoy en un mal momento”, “te llamo más tarde y hablamos”, “tengo una reunión dentro de unos minutos, ahora no puedo hablar”.
3. Si debe convivir con un familiar "tóxico" enfrente la relación con las estrategias que compartimos para cada perfil. Recuerde que para neutralizar su toxicidad es importante quitarle poder:
-Impídale el acceso a su intimidad, no cuente todo, ni pida consejos, ni comparta proyectos, dudas ni ilusiones. Hablar con alguien "tóxico" de cuestiones íntimas es una pérdida de tiempo y energía.
-Simule no prestar atención a sus mensajes negativos.
-Evite confiarle un secreto; no sabe guardarlos y aprovecha la información en su contra.
-Sea amable; no se muestre perturbado por sus palabras.
-Ponga su foco mental en las cosas positivas de su vida. La actitud es siempre una elección.
-Si puede, distancie el contacto y las visitas.
4. Si forma parte de su equipo de trabajo:
-Establezca reglas de convivencia y productividad de antemano y con claridad.
-Hágale saber que el equipo pierde eficacia frente a sus comportamientos.
-No deje pasar por alto los mensajes destructivos ni los comentarios que no suman. Convérselo inmediatamente con la persona a solas.
5. Ejercite su autocrítica y revise regularmente qué tipo de actitudes y comportamientos tiene usted para con los demás. Es posible que descubra rasgos de toxicidad en su personalidad también. No haga a los demás lo que no desea que le hagan a usted.
¡Hasta la próxima!
Prof. Dr. Alberto Cormillot
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