San Roque es uno de los santos más populares, pues en varias partes del mundo podemos encontrar a decenas de personas que sienten por él una gran devoción. Muchísimas capillas e iglesias tienen una imagen de él, gracias a todos los favores concedidos a lo largo de la historia, principalmente en épocas de epidemias y enfermedades, tales como la peste.
San Roque nació en Montpellier, Francia, en el seno de una familia adinerada; siendo muy joven quedó huérfano y a pesar de su corta edad, decidió vender toda su fortuna y herencia, para repartir ese dinero entre los pobres y guardar un poco para él y poder viajar a Italia.
Estando en Roma, la ciudad sufrió una tremenda peste, donde San Roque ayudó a la comunidad, curándolos y dándoles cristiana sepultura. Por estas acciones, se ganó el respeto y cariño de la gente que al verlo, le decían: ahí va el santo.
Estando en Piacenza, mientras trabajaba en un hospital, San Roque contrajo una enfermedad mortal y para no infectar a los vecinos del lugar, decidió trasladarse a las afueras de la ciudad, refugiándose en el bosque, al interior de una caverna.
Su cuerpo comenzó a llenarse de úlceras y manchas negras; ya sin fuerzas, a punto de morir, apareció de manera milagrosa, un perro que se encargó de alimentarlo y cuidarlo. El can que pertenecía a Gottardo Pallastrelli, un hombre rico de la región, tomaba el pan de la mesa de su amo y se lo llevaba a San Roque.
Al percatarse de esto, Pallastrelli siguió al perro y se encontró con San Roque postrado en el interior de la cueva en muy mal estado. Gottardo se compadeció del estado de aquel hombre a tal grado que decidió llevarlo a su casa para darle la atención médica que necesitaba, aunque existen otras versiones que afirman que fue el perro quien lo curó, después de lamerle las heridas de sus piernas.
Ya recuperado, San Roque regresó a Montpellier, su ciudad natal. Al llegar se encontró con que el lugar se encontraba en guerra; los militares lo confundieron con un espía y terminaron por encarcelarlo. Estuvo 5 años en prisión, en donde murió el 16 de agosto del año 1378 como un santo.
Comúnmente, encontramos a San Roque en pinturas, con su bastón y sombrero de peregrino, señalando con la mano una de sus llagas y con su perro al lado, ofreciéndole el pan.
En algunos países de América Latina lo llaman el patrono de los perros y su imagen se utiliza en ceremonias de bautizo y es considerado como el protector de las mascotas.
San Roque nació en Montpellier, Francia, en el seno de una familia adinerada; siendo muy joven quedó huérfano y a pesar de su corta edad, decidió vender toda su fortuna y herencia, para repartir ese dinero entre los pobres y guardar un poco para él y poder viajar a Italia.
Estando en Roma, la ciudad sufrió una tremenda peste, donde San Roque ayudó a la comunidad, curándolos y dándoles cristiana sepultura. Por estas acciones, se ganó el respeto y cariño de la gente que al verlo, le decían: ahí va el santo.
Estando en Piacenza, mientras trabajaba en un hospital, San Roque contrajo una enfermedad mortal y para no infectar a los vecinos del lugar, decidió trasladarse a las afueras de la ciudad, refugiándose en el bosque, al interior de una caverna.
Su cuerpo comenzó a llenarse de úlceras y manchas negras; ya sin fuerzas, a punto de morir, apareció de manera milagrosa, un perro que se encargó de alimentarlo y cuidarlo. El can que pertenecía a Gottardo Pallastrelli, un hombre rico de la región, tomaba el pan de la mesa de su amo y se lo llevaba a San Roque.
Al percatarse de esto, Pallastrelli siguió al perro y se encontró con San Roque postrado en el interior de la cueva en muy mal estado. Gottardo se compadeció del estado de aquel hombre a tal grado que decidió llevarlo a su casa para darle la atención médica que necesitaba, aunque existen otras versiones que afirman que fue el perro quien lo curó, después de lamerle las heridas de sus piernas.
Ya recuperado, San Roque regresó a Montpellier, su ciudad natal. Al llegar se encontró con que el lugar se encontraba en guerra; los militares lo confundieron con un espía y terminaron por encarcelarlo. Estuvo 5 años en prisión, en donde murió el 16 de agosto del año 1378 como un santo.
Comúnmente, encontramos a San Roque en pinturas, con su bastón y sombrero de peregrino, señalando con la mano una de sus llagas y con su perro al lado, ofreciéndole el pan.
En algunos países de América Latina lo llaman el patrono de los perros y su imagen se utiliza en ceremonias de bautizo y es considerado como el protector de las mascotas.
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